Es posible que el nombre de Kevin Lynch no le dice nada, pero en apenas un año se ha convertido en el protagonista de las keynotes de Apple. Y no es para menos: es el responsable del Apple Watch y es el que nos ha enseñado sus principales funciones desde el escenario.
Wired ha conseguido una buena y larga entrevista en la que Lynch explica muchas cosas que ya sabemos y que incluso están confirmadas por la misma Apple, pero al mismo tiempo ha comentado algunos detalles que hasta ahora nadie había dicho. Y como siempre, son detalles que sólo pueden haber sido posibles dentro de las oficinas de Cupertino.
Por eso, es raro encontrar un recuento tan detallado de lo que pasa tras bambalinas en el campus de Apple como el que ofrece este artículo de Wired, que se adentra en el proceso que dio a luz el reloj inteligente Apple Watch, la primera incursión en el segmento de la tecnología de vestir.
Tan secreto fue el proceso, que cuando Apple contrató a Kevin Lynch, quien llegó a Apple en 2013 procedente de Adobe, donde era el director general de tecnología, Lynch no sabía para qué proyecto iba a trabajar. Se enteró su primer día en Apple, cuando se unió al resto del equipo que creó el dispositivo.
La idea del Apple Watch surgió de Jony Ive, el jefe de diseño de toda la empresa, quien comenzó a pensar en un reloj después de la muerte de Steve Jobs en 2011.
Como muchos otros proyectos de Apple, dice el artículo, la empresa se enfocó no sólo en el desarrollo del hardware, sino que dio la misma importancia al software, consciente de que tener un aparato en la muñeca tenía que ser una experiencia interactiva totalmente diferente a la que existe con un teléfono o tableta. La meta de los creadores del Watch era solucionar el problema de la dependencia en los teléfonos. Como dice la nota de Wired, es un problema creado en parte por Apple y que ahora la gigante de Cupertino quería solucionar con el Watch.
Irónicamente, el primer prototipo del Watch era un iPhone amarrado con velcro a la muñeca. Para emular lo que acabaría siendo la Digital Crown — la perilla para ajustar el reloj –, los ingenieros de Apple colocaron una extensión tipo dongle que se enchufaba a la entrada inferior.
Ive, por ejemplo, se obsesionó con el estudio de la horología, la ciencia de medir el tiempo. También, la empresa se embarcó en un análisis de la industria de la relojería para entender la forma en que se fabrican y se venden estos dispositivos.
Uno de los resultados de ese análisis fue ofrecer una variedad de tamaños (dos) y modelos (tres) para que la gente pudiera escoger la versión que más se ajustara a sus gustos, ya que el reloj es un dispositivo muy personal. Por supuesto, eso resultó en una gama de precios que va desde US$349 por el modelo más sencillo hasta US$17,000 por el modelo de oro más lujoso.
Asimismo, cuenta la nota, los expertos de Apple dedicaron mucho tiempo a crear una interfaz de usuario que ofreciera esa experiencia única en un dispositivo de vestir. Entre otras funciones, crearon Quickboard (que sugiere posibles respuestas a tus mensajes), Short Look (que te muestra una notificación cuando miras el reloj y el mensaje completo si mantienes tu brazo en esa posición), y Glances (para recibir noticias cortas). También, están las funciones «físicas» de la interfaz, como Taptic Engine (que provee distintos niveles de toques y golpecitos para recibir información diferente) y Force Touch (que te permite presionar la pantalla con diferentes niveles de fuerza para acceder diferentes herramientas).
Por supuesto, tiene sentido que una empresa que se vanagloria en controlar los dos aspectos más importantes del diseño de producto — hardware y software — haya dedicado tanto tiempo y tanta materia gris a desarrollar un producto excelente en ambos sentidos.
Ese fue el proceso detrás del desarrollo del iPod y del iPhone, que no sólo fueron un éxito rotundo para Apple en cuanto a ventas, sino que redefinieron dos categorías de la industria: los MP3s y los teléfonos inteligentes.
Parece que en el caso del Apple Watch la empresa recurrió a un método que ha sido efectivo en el pasado.
Lo que hemos aprendido sobre proceso de diseño del Apple Watch
Los responsables de crear conceptos del reloj tenían claro lo que había que hacer: evitar la invasión del teléfono en nuestras vidas. Ahora, por cualquier notificación, somos capaces de interrumpir una conversación para ver si algo es importante. Con el Apple Watch será una interacción mucho más rápida, que no interrumpirá bruscamente una charla con alguien.
Usaremos bien el Apple Watch cuando lo hagamos en menos de diez segundos.
Otro pilar importante del Watch es que es un dispositivo creado para ser usado repetidamente, pero en intervalos muy cortos de tiempo. Se trata de hacer ciertas acciones al vuelo, sin esas interrupciones que comentábamos antes, muy rápidamente. La misma Wired nos plantea la prueba de mirar la hora en nuestro reloj ahora mismo y aguantar el brazo en esa posición durante 30 segundos. Ese brazo acaba cansado y dolorido, de modo que el Watch debe servir para cosas muy fugaces.
Inicialmente, la interfaz del Apple Watch era una línea temporal
Puede que os suene el proyecto del Pebble Time, un smartwatch con pantalla de tinta electrónica a color que nos muestra sus datos en forma de timeline. Es la misma filosofía que pensó Apple al principio, pero rompía con los principios que hemos comentado hasta ahora: esa línea temporal te obliga a mirar el reloj durante un rato, llegando a provocar esas interrupciones que en Cupertino quieren mitigar.
Por eso, cuando una notificación aparezca en el Apple Watch, podremos ignorarla bajando el brazo antes de que su texto aparezca en pantalla (por ejemplo, para ver sólo quién nos ha enviado un mensaje) o manteniendo el brazo levantado un poco más para ver toda la información de esa notificación. Lo que prima es nuestro tiempo, y en Cupertino tuvieron que reescribir varias veces todas las aplicaciones desde cero para dar con el funcionamiento ideal.
El inicio de un futuro muy interesante para Apple y la tecnología
Hay una frase en el artículo de Wired que deberíamos grabarnos a fuego: «Si Apple puede llegar a presumir de ser capaz de vender relojes de 17.000 dólares, se posicionará para poder conquistar otros mercados de lujo. Como el de los coches». Por lo tanto, Apple no sólo se juega reventar el mercado de relojes entre el público general sino que además se juega tomar las riendas de la integración entre la tecnología y cada vez más objetos de nuestra vida cotidiana.