La corrupción vuelve a tocar la puerta del país carioca pero ¿Por qué el mundo ha quedado igual de afectado que la población brasileña? La razón: Brasil es el principal exportador de carne en el mundo.
Un descubrimiento realizado por la policía brasileña la semana pasada mostró al mundo uno de los escándalos más vergonzosos y angustiosos de Brasil al salir a la luz una gigantesca red criminal, que involucraba a varias de las mayores productoras de carnes y pollos y que sobornaba a fiscales sanitarios para poder vender el producto de forma adulterada, no apta para el consumo y hasta vencida.
La razón es simple: Brasil es el principal exportador de carne en el mundo. Su carne llega a 150 países, la mayoría de la Unión Europea y Asia. Tal sector representa el 7,2% de sus exportaciones, con ganancias calculadas entre los $5.500 millones de carne de res y US$6.500 millones en pollo, de acuerdo a la BBC.
Para un país que se encuentra padeciendo en estos momentos la peor recesión económica de su historia, son ingresos que serían inconcebibles dejar de percibir.
El reenvasado de productos caducados, la sustitución de carne por mercancías más baratas, como la soja y el pollo, y hasta la inyección de sustancias potencialmente cancerígenas para disimular el mal estado de la comida, son alguna de las acusaciones realizadas por las autoridades brasileñas.
La envergadura de la investigación es tal que salpica a 29 compañías, en la que destacan dos gigantes brasileñas del mercado interno y mundial para la exportación: JBS y BRFoods. Ambas son acusadas de “maquillar” con productos químicos carnes que estaban en mal estado y no cumplían con los requerimientos para poder ser destinadas al consumo en el exterior.
JBS (llamada así por las iniciales de su fundador José Batista Sobrinho) es considerada la principal productora de carnes del mundo. Por otra parte, BRF (Brasilian Foods), es el otro gigante del rubro con más de 105.000 personas empleadas en siete países y una de las principales compañías junto con JBS en recibir préstamos bancarios durante el último mandato de Lula Da Silva.
Las salpicadas de este escándalo no solo impactaron en la prohibición de sus productos en mercados tan importantes como China y la Unión Europea, sino también significaron un golpe económico para ambas firmas: la cotización de JBS en la Bolsa de Sao Paulo cayó 10,59% y la de BRF, 5,65%, números que representan pérdidas cercanas a los US$1.900 millones.
El hallazgo
Según las informaciones de las autoridades brasileñas, la práctica de este delito tiene un largo tiempo, tanto que las investigaciones para dar con su hallazgo duraron un periodo de dos años.
La organización fue descubierta porque un fiscal se negó a aceptar los sobornos en uno de los establecimientos y buscó a la Fiscalía para denunciar que lo habían trasladado como castigo por cumplir sus funciones.
Tras dar con ellos, descubrieron que estos locales utilizaban el “maquillaje” con ácido ascórbico o vitamina C, un producto cancerígeno, para mejorar el aspecto de la carne y conservantes por encima de los niveles permitidos por las entidades gubernamentales.
Otras formas de manipulación era la comercialización con exceso de agua (en caso de los pollos) o almacenados en condiciones inadecuadas en los frigoríficos y el empaque en embalajes nuevos de productos cuya caducidad había vencido.
Red de sobornos
Tras el hallazgo de la “carne fraca”, fueron arrestados 38 personas ligadas directa e indirectamente a los establecimientos donde se cometía la infracción sanitaria.
Mauricio Moscardi, comisario de la Policía Federal, indicó que existía una red de corrupción dentro del gobierno para legalizar la carne «maquillada» en la que estarían implicados funcionarios del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) del presidente Michel Temer y Partido Progresista (PP), formaciones políticas con antecedentes de corrupción por el caso Petrobras.
Las autoridades también habían emitido otras 27 órdenes de captura contra empleados públicos, entre ellos varios fiscales sanitarios, que habrían aprobado estos productos «maquillados» para su venta y consumo.
El Gobierno de Temer ha tratado de minimizar el impacto de este problema a través de su Ministerio de Agricultura, quien se ha encargado de desechar la versión de que tal problema pueda afectar a la población brasileña y las exportaciones de ese país, pues a su juicio “son casos aislados”, al igual que las exportaciones, puesto que todos los países tienen su propio sistema para verificar la calidad de los productos.
«La carne brasileña está presente en 150 países y cada uno de ellos tiene sus propios sistemas de vigilancia y verifica la calidad del producto, por lo que no creemos que esto vaya a impactar el comercio exterior», manifestó en la semana el viceministro de la cartera, Eumar Novack.
De acuerdo al gobierno, estos procedimientos ilegales se produjeron en solo 21 plantas de las 4.837 que existen en el país latinoamericano. Y solo seis de ellas con envíos al exterior.
Diario Las Américas.