…No puedo dormir, y no me quiero entregar al desasosiego, así que escribamos.
¿Por qué lloro si no han empezado las bombas?
Aquí vamos!, un día más, una marcha más… ya son tantas que se ha perdido la cuenta, y se confunden unas con otras en la memoria. Para mí son por lo menos 10 años de lucha, desde diferentes ángulos y distintas trincheras, pero siempre con el mismo norte, una Venezuela libre y PROSPERA!.
Aquí voy, una marcha más, pensaba antes de salir, con ese “animo-desanimo” de aquel que tiene una tarea que cumplir, pero no se siente muy feliz de hacerla. Animo de saber que haré algo por mi país, y el desánimo de saber que voy a ir a una marcha más que no va a llegar a ningún lado.
Empiezo la preparación: Cédula, gorra, pito, vinagre!.. “no no, vinagre no!” Me dice una de mis hermanas, las tácticas han cambiado, ahora usamos malox y bicarbonato, toma este pañuelo y esta botella con lo propio.
“ Lista? “ si, vámonos!
Es la marcha del 26 de abril, ya Caracas y buena parte del país tiene 3 semanas en resistencia, yo no había podido asistir a ninguna de las otras manifestaciones, estaba en el monte. Allá sufría porque quería estar aquí, y aquí “sufría” del interminable coctel de sentimientos que implica ir a marchar.
Llegamos al punto de encuentro, donde todo aun es bonito, donde todos estamos felices y cantando; por allá se oye “U-U-UCV”, volteo con el corazón exaltado como cuando se te acerca él que te gusta, no puedo evitar el rush de adrenalina y las ganas de unirme a ese lote de gente, básicamente el síndrome de Peter Pan activándose a mil; más acá, “las viejas del Cafetal” compartiendo los trending topics de Tweeter; Buhoneros cientos, con lo que necesites, pitos, banderas de 7 y 8 estrellas, frutas, agua, y cerveza, fría obviamente. Hasta ahora todo normal como cualquier marcha, y sin embargo el sentimiento de que ésta es una experiencia totalmente nueva no se me quita del pecho.
Comenzamos a caminar y empiezo a reconocer nuevos patrones, nuevos protagonistas y nuevas sensaciones; detrás de mí la gente empieza a aplaudir, todo el mundo se voltea, y yo pienso, “ahí viene un famoso”, me esperaba a un Capriles o a una María Corina, cuando volteo sólo diviso a un trencito de chicos con cascos blancos y cruces verdes, no sé porque, pero al verlos, otra vez se me acelera el corazón, y esta vez se me nubla la vista; los veo y los detallo, son unos cachorros todos!, pero ahí van, paso seguro y ecuánime, uno detrás del otro agarrados por sus morrales, que en vez de llevar libros, están llenos de insumos para auxiliar a cualquiera que lo necesite; no han terminado de pasar y no puedo contener más las lágrimas. No conozco a ninguno de ellos, pero me hacen sentir orgullosa, me hacen sentir ternura, me dan seguridad y más importante aún me recuerdan que la ética y la moral aun rondan estas tierras.
Respiro profundo y sigo, más adelante veo más de los nuevos protagonistas, cuatro monjitas caminando a “paso de vencedores” todas con su rosario en la mano, rezando, y dándole bendiciones a quien se las pide, y seguro que al que no se las pide también, oootra vez, ojos aguados; no sé desde dónde vienen, pero les pesa el caminar, tienen los tobillos hinchados como papas y se deben estar muriendo de calor, pero ahí van, rezando su rosario. Las veo y me recuerdo que este país aún tiene fe, que no importa cuanta santería y locura esotérica se haya implantado, aquí volveremos a la cordura espiritual.
Las paso rápidamente y a los pocos metros me doy cuenta que la masa andante se detiene, me toma unos segundos darme cuenta de que pasa, levanto la vista y las veo, las estelas de gases surcando los cielos. Pump bombazo de adrenalina otra vez! Yo sé lo que significa eso, ya lo he vivido, “corran todos”. Mi instinto grita corre!, y sin embargo mis piernas no se mueven, mi cerebro está paralizado, analizando toda la situación, toda la masa está detenida, no entiendo que pasa!, nadie se mueve de su lugar, al lado mío unas recontra sifrinas se oyen “marica que ladilla ya empezaron” mientras impregnan su pañuelo, que casi podría jurar que era un Hermes, de malox y se lo ponen en la cara al mejor estilo de vaquero forajido; mas allá, el otro extremo, unas personas muy humildes sacando un trapo de sus bolsos pero aplicando el mismo procedimiento; a mi lado, un chico, de no más de 20 años, colocándose un casco y un guante de jardinería, se voltea y me dice, tienes un pañuelo, malox, bicarbonato? Póntelo! Cuidándome como si fuera mi hermano mayor, otra vez, corazón arrugado y quiero abrazarlo.
No he terminado de amarrármelo, cuando un completo desconocido pasa con un pote tipo spray rociándonos a todos! SIN PREGUNTAR! Se detiene nos ve a los ojos que es lo único descubierto que nos queda, y uno a uno nos echa esta vaina y nos dice, “sin desesperar, somos más!”; otra vez ojos aguados! Pero coño que me pasa? Ya llegaron las bombas? No, no están lo suficientemente cerca para hacerme llorar aun, lo que estoy es profundamente conmovida por este completo extraño que se preocupa por el bienestar de todo el mundo que está a su alrededor; estoy profundamente admirada de un pueblo que sale todo a la calle, sin distinción, y ha aprendido de sus errores y ha perdido el miedo, no corre, respira profundo y se PLANTA ante el monstruo de mil cabezas que se le viene al ataque.
Me tiembla todo el cuerpo, una parte de mi quiere correr hacia delante y llevarme los guardia por el medio, pero pasa otro chico y grita: “levanten sus manos, venimos en paz, no corramos!”. Levanto las manos temblorosas, no sin antes pasarlas por mi rostro para secarme las lágrimas, y no, siguen sin ser las lágrimas de los gases, es llanto de emoción, de entereza y admiración por una valentía que se crece y se contagia a todo el que este ahí.
Ya se oyen las detonaciones, y diviso los “Rinocerontes”, pero todo esto se opaca por otra ronda de aplausos, y un cantico que grita “Va-lien-tes, Va-lien-tes” me volteo y aparecen más de los nuevos protagonistas, nuestros “300 criollos”, sus rostros están casi totalmente cubiertos, escudos improvisados y bombas molotov, en sus ojos se ve fuego, se ve coraje y se ve determinación. Hay un par que no se ha terminado de preparar, se detienen para hacerlo, SON UNOS NIÑOS, no pueden tener más de 16 años, y vuelve Karelhia a llorar otra vez! de emoción, de orgullo, de admiración, de “NOJODA QUE ARRECHOOOOOS SON… COOÑO”.
Ese niño no conoce otra cosa más que la robolución, probablemente toda su formación académica ha sido dentro de un adoctrinamiento de mierda y ahí está, dispuesto a todo para salir de esta pesadilla! “Bumb” suenan más detonaciones, los cachorros se apresuran y corren sin titubeos hacia la cortina de humo, mientras yo sigo temblando y sollozando. No me quiero mover de ahí, quiero sacar la cámara y tomar fotos, pero no puedo, es peligroso; necesito mi cerebro 100% pendiente de mi alrededor y sin embargo no hago sino pensar en anécdotas de historia de Venezuela, que se me vienen al cerebro como un remolino de momentos de increíble lucidez; de esos momentos de “aaaaaah con razón, ya entendí”.
Ya entendí a Betancourt diciéndole a Fidel Castro, “cuando Venezuela necesito libertadores, no los importó, los parió»; ya entendí a la generación del 58 y ya entendí el fulano día de la juventud. Siempre me había molestado la idea de imaginarme niños de 12 a 20 años fusil en mano a enfrentando un ejército, pero hoy esa imagen tenía más sentido que nunca! me imagino a Jose Felix Rivas ahí, gritando “Mostradles vuestra omnipotencia, en esta jornada que será memorable, ni aun podemos optar entre vencer o morir, pues necesario es vencer”.
Inevitable la imagen de Chávez diciéndola en alguna cadena estúpida, y me recordé a mí misma odiándola porque ahora era un símbolo del chavismo. Hasta hoy!, hoy recupere la historia de Venezuela que había perdido, pensando que le pertenecía al otro bando, hoy recuperé la esperanza de un cambio y reafirme el amor por un pueblo increíblemente diverso, que, cuando es necesario, se une como un bloque homogéneo, hoy comprendí la importancia de saber y entender nuestra historia. Pero lo más importante, hoy internalice que esto es sólo el principio del fin, y que no importa los horrores que nos tengan preparados estos canallas pues una vez más la Ética, la moral, la fe y la valentía del Venezolano prevalecerán en la historia de este hermoso y gran país.
Anónimo