El consenso en torno al sistema financiero panameño, a raíz de las secuelas de la invasión norteamericana de 1989, ha sido el de salir del negocio de blanqueo de capitales. En 1990, en efecto, el sistema bancario panameño, en su mayoría, se dedicaba a realizar operaciones relacionadas al manejo de los activos del crimen organizado, y con preferencia, del narcotráfico y los fondos malversados por uno que otro dictadorzuelo del Tercer Mundo.
Luego evolucionó hacia el financiamiento del terrorismo, para ahora convertirse en el centro bancario preferido por los PEP (personas expuestas políticamente). Estos no son otros que los funcionarios gubernamentales inescrupulosos corruptos –que se han enriquecido bien sea a través de sobornos masivos o peculado doloso – y miembros de sus familias a través de cuyas cuentas fluye el dinero mal habido. Igualmente incluye empresarios gobierneros enchufados y sus testaferros que contratan con el estado.
Pero, el blanqueamiento de capitales y la evasión de impuestos en los llamados paraísos fiscales se han convertido, igualmente, en una gran preocupación para los Estados Unidos y para muchas otras jurisdicciones. A medida que aumentó el escrutinio, los PEP tomaron sus precauciones y aprovecharon cada vez más las ventajas que ofrecían jurisdicciones como Panamá, donde hasta hace poco se podían incorporar sociedades anónimos ficticias, (“empresas de maletín” o “shell companies”) y estar protegidas por el sigilo empresarial. Ya se están conociendo muchos casos de funcionarios y empresarios rojos, rojitos que han hecho del sistema bancario de Panamá uno de los destinos favoritos para salvaguardar sus enormes fortunas.
Panamá ha vivido crónicamente bajo la amenaza de las listas negras y sanciones por la OCDE (Organization for Economic Cooperation and Development) y el FATF (Financial Action Task Force), pero hoy en día muchos cambios a las leyes bancarias y corporativas han sido adoptadas para evitar sanciones, siendo la más notable que Panamá ahora compartirá información fiscal y bancaria con los gobiernos de los países industrializados.
Aun así, el juego de blanqueo de capitales, que ha operado en Panamá desde hace mucho tiempo, adquirió proporciones escandalosas durante la administración de Martinelli, y la justicia norteamericana ya le puso el ojo a muchos bancos, sus titulares de cuentas y compañías.
El escándalo que sacudió a la FIFA, en el cual seis de las figuras más notorias de la organización fueron arrestados, entre ellos el venezolano Rafael Esquivel, coloco a Panamá una vez más en el ojo del huracán, Uno de los alegatos de la acusación de Estados Unidos es por el pago de un soborno que recibió el principal acusado, el trinitario Jeffrey Webb a través de Capital Bank de Panamá. Al parecer este banco también es utilizado por muchos rojos, rojitos venezolanos entre ellos los bolichicos de Derwick Associates.
Otro mega escándalo que salpicó a Panamá fue el que sacudió a Brasil con el caso del CEO de Odebrecht, el gigante de la construcción-que también hizo estragos en Venezuela, Marcelo Odebrecht. Hoy día, se encuentra tras las rejas por una investigación sobre los contratos para la construcción de los estadios de fútbol para la Copa del Mundo de 2014.
Sin embargo, la mayor parte del escándalo se centra en la manipulación de licitaciones con respecto a la empresa estatal petrolera Petrobras, por la construcción de plataformas de perforación de petróleo en alta mar y otros proyectos. Estos supuestos delitos ocurrieron, en su mayoría, cuando Lula da Silva era el presidente y la actual presidenta, Dilma Rousseff, era la ministro a cargo de Petrobras. Un proceso complicado de blanqueamiento de capitales donde, supuestamente, se transfirieron sobornos de Odebrecht a tres ejecutivos de Petrobras. Esto implico movimientos de dinero a través de empresas fantasmas en Panamá, Suiza, Austria, las Islas Vírgenes Británicas, Antigua y Barbuda, Belice, Mónaco y Uruguay.
Odebrecht es enorme y notorio, y pudiera ser considerado por el mundo financiero como un caso aislado y cuyas operaciones no son indicativos de las prácticas de Panamá. Sin embargo, hay más de 160 investigaciones criminales encauzadas por diversas situaciones supuestamente corruptas. En tan solo uno de estos casos, el ex el director del Programa de Ayuda Nacional (PAN) Rafael Guardia Jaén ha identificado hasta ocho bancos de haber recibido depósitos de fondos obtenidos de forma corrupta.
La denuncia desde el extranjero es que muchas de estas cuentas fueron utilizadas para enviar dinero fuera de Panamá, pero los bancos corresponsales que se ocupan de esas transacciones en ningún momento se les advirtió que se trataban de PEP.
Por esta razón parece que muchos de los bancos corresponsales importantes han cortado los lazos con el sistema bancario panameño. Es solo cuestión de tiempo cuando se destape la olla del guiso venezolano. Ese será otro mega escándalo que hará retemblar de nuevo a Panamá.
Artículo publicado el 16 de Febrero 2016 antes del escándalo de los Panama Papers.