Si se analiza en todos sus extremos la decisión de la AN de declarar el lunes “el abandono del cargo por parte de Maduro”, entonces, no hay duda que el también llamado “hombre de ninguna parte” (nunca ha presentado su partida nacimiento), no es más presidente de Venezuela y que, solo por el soporte de una élite cívico-militar forajida y corrupta, se mantiene en la usurpación de títulos y bienes que no le pertenecen ni corresponden.
Lo cual, no puede sino llevarnos a la conclusión de que Venezuela amaneció ayer con dos gobiernos: uno constitucional y legítimo, electo por el pueblo el 6-D, cuando le dio a la oposición democrática la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional; y otro inconstitucional e ilegítimo, el de Nicolás Maduro, quien al convertirse en el promotor y responsable de la crisis humanitaria que hoy tiene a Venezuela inmersa en un colapso político, económico e institucional ha “abandonado el cargo” y, por tanto, no puede seguir ejerciéndolo.
Quiere decir que, el país empezó ayer a vivir una situación política inédita en su historia, determinada por el choque entre los dos poderes electivos del Estado, el Legislativo y el Ejecutivo, que al no reconocerse de acuerdo a sus competencias y funciones deben, o dialogar para acordarse en una solución consensuada, o convocar el pueblo a nuevas elecciones para que sean las mayorías las que decidan quiénes deben gobernarla y quiénes no.
Es la solución que el lunes mismo planteó la Asamblea Nacional para ponerle fin al choque de poderes sin que el país tenga que sufrir males terribles e inenarrables y que debe convertirse en el objetivo supremo de la estrategia opositora, así como el año pasado lo fue el RR, pero ahora así fundamentándola en una razón política de sobrevivencia, a la cual, no dudo que se unirá más del 80 por ciento de los venezolanos.
Es, igualmente, el camino para movilizar permanentemente la calle, para empinarla de continuo en una agitación que debe ser liderada por los partidos democráticos y todas las organizaciones que se le unan, en la seguridad, que como decía ayer, Julio Borges, “es el pueblo quien tiene que convertirse en dueño de su destino y arrancarle las elecciones al régimen, a Maduro.