La agenda del historiador mexicano Enrique Krauze está abarrotada con sus responsabilidades frente a las revistas Clío yLetras Libres. Sin embargo, cuando recibió el correo electrónico en el que se le pidió esta entrevista –para conversar principalmente sobre la Toma de Caracas del 1° de septiembre–, respondió inmediatamente que estaba interesado.
Luego de varias llamadas fallidas a su celular, finalmente contestó y pidió 5 minutos, luego 20 más, y al tercer intento se pudo sentar a conversar. “Gracias por llamar, estoy muy interesado en dar la entrevista”, dijo.
“¿Por qué tanto interés en hablar sobre la protesta del 1-S?”, fue la pregunta obligada. El autor de El poder y el delirio, un exhaustivo análisis sobre el liderazgo de Hugo Chávez, aseguró que su interés por Venezuela no cesa, y se refirió al porqué: “Porque he escrito sobre Chávez, porque soy demócrata y liberal. El destino de América Latina se juega en Venezuela, pues no hay régimen más tiránico y criminal que el de Nicolás Maduro. Es una derrota para América Latina si ese régimen, que niega la voluntad de la mayoría, es tolerado, Hay que erradicarlo de raíz”.
—¿Cuál es su valoración de la protesta del 1° de septiembre?
—Fue contundente, conmovedora, emocionante, desgarradora. Debo confesar que me duele la soledad del pueblo venezolano, pues cada país de América Latina está concentrado en sí mismo y no le prestó atención al hecho de que la movilización fue acosada por los esbirros. Duele que no haya mayor solidaridad. Los venezolanos están teniendo que conquistar la libertad en soledad. Solo hay algunas voces de apoyo en la OEA, de su secretario general, Luis Almagro, y algunos otros ex presidentes, pero en general pienso que América Latina ha sido tibia frente a los abusos.
—Es un discurso demagógico y retórico al que han recurrido antes. Todos los tiranos lo utilizan. Es una pretensión ridícula que solo Nicolás Maduro se la cree. Envío mi solidaridad profunda a Leopoldo López y a Antonio Ledezma. Incluso al joven Yon Goicoechea, personas presas que solo aman y luchan por la libertad. Que sepan que hay luz al final del túnel. La tiniebla en Venezuela no va a durar. Admiro que los venezolanos se impusieron al uso de la violencia.
—Usted estudió en profundidad el liderazgo de Hugo Chávez, ¿cómo queda el de Maduro tras el 1-S?
—Primero, no lo llamaría liderazgo. No es más que una imposición tiránica, insensible al dolor de la gente en su empeño por aferrarse al poder. Maduro es un mini Hitler porque permanece de brazos cruzados incluso cuando ve el dolor, la desesperación y el hambre de las familias venezolanas. Ve a niños enfermos morir porque no consiguen medicamentos y solo se aferra al poder. Si cree que la historia lo absolverá, se equivoca, arrasará con él.
—¿Cree que con protestas de calle se puede lograr el referéndum revocatorio este año?
—Sí. Yo siempre he insistido en que la vía es la pacífica. No quiero predicar otra. Espero que más sectores de la sociedad despierten para tratar de salvar su país, que se está derrumbando día a día en un drama sin precedentes. Quisiera hacer un llamado al Ejército no para que use las armas contra el gobierno, pero sí para que esté a la altura de los ideales de libertad de la gente, que fueron los de Simón Bolívar. Soy adversario del uso de la fuerza y repudié el golpe de Estado. Maduro fue electo, es cierto, pero ha sido objeto de un gigantesco repudio de una población que ha decidido mayoritariamente que quiere el referéndum revocatorio. El Ejército debe actuar con responsabilidad histórica. No es lo que he visto los últimos años.
—¿Vive Venezuela una transición?
—Sí, claro que sí; espero que sí. Tarde o temprano saldrá Maduro. Un gobernante no puede gobernar contra la voluntad del pueblo. La crisis empeora día a día y las cosas se vuelven intolerables.