En 2008 a Venezuela ingresaban 100 mil millones de dólares en recursos por exportaciones; en 2016 cayeron a poco más de 20 mil millones de dólares.
En febrero de 2014, el ministro de Educación de aquel momento, Héctor Rodríguez, presentaba ante el país una campaña nacional para “erradicar la pobreza”. En su explicación advertía que en dicha acción se debían establecer políticas sociales para sacar a los ciudadanos de esa condición pero advirtiendo: “no vamos a sacar al pueblo de la pobreza para que se conviertan en “escuálidos”. La palabra “escuálidos” acuñada por el fallecido presidente Chávez durante los primeros años de la revolución, identificaba de manera despectiva a los opositores, al mismo tiempo que a la clase media. En este caso, el señalamiento del ministro lo refería justamente al peligro para la Revolución de elevar a los pobres a clase media y en consecuencia perder el control sobre éstos.
Cuando el ministro Rodríguez hablaba de su campaña, el índice de pobreza ya era alarmante y según la encuesta de ENCOVI, para el 2014 alcanzaba 48% de hogares venezolanos. Se trata de un estudio que realizan en forma conjunta prestigiosas universidades venezolanas como la Central de Venezuela, La Católica Andrés Bello, la Simón Bolívar, entre otras. Ese mismo estudio, un año después, en 2015 indicaba que la pobreza alcanzó a 73% y en 2016 la pobreza en Venezuela la sufre 81,8% de la población, de la cual 52% se encuentra en pobreza extrema. De manera que la advertencia del ministro de Educación, del peligro que es llevar a los pobres a la clase media, parece haber surtido efecto en los conductores de la economía en Venezuela, quienes en lugar de reducirla, la llevaron a casi toda la población.
¿Una estrategia de dominación?
El estudio indica que hay 9,6 millones de venezolanos acceden solo a dos o menos comidas al día con la frecuente ausencia de proteínas en sus platos.
En Venezuela no ha ocurrido una guerra, una catástrofe natural o una epidemia devastadora que haya colocado al país con uno de los registros más altos del mundo en materia de pobreza.
Sobre las causas se han producido intensos debates con sólidos argumentos en los que no se descarta el modelo de controles sobre la economía del socialismo del siglo XXI y hasta la incompetencia o ignorancia de la dirigencia en el poder.
Susana Rafalli, una prominente y muy activa nutricionista venezolana que ha trabajado en varios países en el área de desnutrición y pobreza ha abordado este dilema en su particular visión sobre el caso Venezuela. En entrevista ofrecida al portal El Estímulo.com señalaba:
“Nada de lo que está pasando es porque son negligentes o incompetentes. Obedece a una estrategia, un plan con objetivos claros, y al desenvolvimiento de una estrategia de dominación con planes específicos que se han ido cumpliendo. No es que el Gobierno lo está haciendo mal porque lo estudió mal, no: lo está haciendo porque estudió bien qué es lo que quiere hacer y hasta dónde quiere llegar”.
Rafalli ilustra su visión y señala que el Gobierno tomó una mandarria y acabó con todos los sectores del sistema alimentario.
Sobre el propósito de Hugo Chávez concluye: “Sólo un venezolano lleno de esa rabia y resentimiento es capaz de destruir el aparato productivo de un país para asumir el control, usando como argumento que lo hiciste por amor a los más vulnerables”.
¿POR QUÉ NO HAY ALIMENTOS?
La imagen de familias hurgando en la basura tras la búsqueda de alimentos se ha hecho cotidiana para el venezolano. Suelen encontrarse mujeres y niños que aguardan a las afuera de restaurantes, de mercados y centros de distribución de alimentos, a la espera de los desechos. Allí son clasificados entre los grupos y consumidos en el mismo momento.
Cientos hacen largas filas al enterarse de que un producto va a ser vendido a un precio controlado por el Gobierno, pero de ellos sólo una parte logra su objetivo, pues grupos organizados que manejan la información, copan los primeros puestos, especialmente para luego revender los productos obtenidos hasta cinco veces el valor regulado. Los brazos marcados en tinta con un número que garantiza su ubicación en la fila es hoy un rasgo de la revolución bolivariana.
Ese es el drama detrás de las cifras, generalmente oculto en las estadísticas maquilladas y en la historia de la propaganda oficial.
El desmantelamiento de las industrias
Tanto la industria nacional, como la producción primaria de alimentos, ha sufrido los efectos de la caída económica generada por del modelo socialista implantado en Venezuela.
Según las cifras que maneja Conindustria, organismo privado que agrupa al sector industrial en Venezuela, para 1997 había en el país 12.700 empresas, para el año 2007 que fue la última fecha del censo industrial, quedaban 5.700 y según las estimaciones de Conindustria, en estos momentos la cifra está por debajo de las 4.000, lo que indica que durante la revolución se han cerrado 8.700 empresas.
En el sector primario el déficit de producción de alimentos es de aproximadamente 70% del consumo, mientras que la agroindustria trabaja con una paralización de 70% de su capacidad instalada por falta de insumos para producir y regulaciones.
En el proceso confiscatorio de empresas que se aplicó en los últimos 10 años, el Gobierno ha llegado a controlar cerca de 90 empresas industriales de alimentos, pero producto de la corrupción, la mala gerencia y los efectos de sus propias políticas que limitan el acceso a las divisas para comprar insumos, la mayoría se encuentra semiparalizada con una precaria producción. El señalamiento corresponde al profesor e investigador del área agrícola, Werner Gutiérrez, ex decano de la facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia.
La carne es un lujo
La fundación Cáritas Venezuela, que evaluó el peso y la talla de mil 69 niños menores de 5 años y encuestó a 444 familias entre marzo y abril de este año que concluyó: “los venezolanos viven una crisis alimentaria y humanitaria”.
La crisis alimentaria ha obligado a los hogares a adoptar estrategias de supervivencia. La más evidente y replicada ha sido cambiar los alimentos que se consumen en casa: 7 de cada 10 hogares reportaron un deterioro en su alimentación, señala la investigación de Caritas. Describe que el consumo de tubérculos aumentó y disminuyó el de carnes, huevos y lácteos, los cuales son vitales para la prevención de la anemia, el crecimiento y el desarrollo infantil, así como para tener embarazos seguros y saludables.
Consultado Carlos Albornoz, presidente de la Federación de Ganaderos de Venezuela recuerda que en el año 1982 Venezuela producía 384 mil toneladas de carne, cifra que ubicaba a Venezuela en el contexto mundial como el número 10 como productor de carne en el mundo. Toda esa producción era consumida por los 21 millones de habitantes para esos años.
Señala Albornoz que en la actualidad “estamos produciendo solo 184 mil toneladas de carne para 28 millones de habitantes lo que significa de 7 a 8 kilogramos por habitante al año”.
Caída por 19 semestres
Uno de los puntos de quiebre en la producción, el presidente de Fedenaga lo ubica en 2002 cuando entró en vigencia la Ley de Tierras. Señala que esa Ley hace que la inversión en el sector primario desapareciera y comienza a sufrir una dinámica novedosa que no era inherente a la actividad productiva para poder sostenerse.
Inciden con esta Ley la inseguridad jurídica, comienzan las confiscaciones de tierra que estaban en plena producción y fueron expropiadas sin la debida indemnización. En esa acciones no se cumplieron los procedimientos contemplados en las leyes. Se afectaron igualmente a productores con títulos precarios en la tenencia de la tierras con los cuales los propietarios no pueden vender, traspasar, hipotecar. En esa situación hay 3,5 millones de hectáreas. Es decir se sustituyó la propiedad por la tenencia de la tierra por lo cual los productores no pueden disponer del bien ni heredar a los hijos. En esta situación está la tercera parte de la capacidad productora del país.
Los efectos de esa política es que a la fecha de hoy llevamos en Venezuela 19 trimestres consecutivos con la producción en retroceso. “Eso prácticamente destruyó al sector primario”, resalta Albornoz.
EL FRACASO DE LAS CAJAS CLAP
“Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) en Venezuela constituyen la nueva forma de organización popular encargada, junto al Ministerio de Alimentación, de la distribución casa por casa de los productos regulados de primera necesidad”, explicaba Nicolás Maduro al referirse a esa novedosa forma de organización comunal.
Hace un año cuando fueron activadas estas organizaciones controladas desde el Gobierno y el partido de Gobierno (PSUV) se habló de 1.500 organizaciones en todo el país sobre la cual Maduro aseguró que serviría para “romper la guerra económica que la derecha pretende imponer al pueblo”. Igualmente era un mecanismo ideado por el Gobierno y sus asesores extranjeros para romper a los llamados “bachaqueros” o intermediarios quienes venden los productos regulados a precios dolarizados.
Desde luego nada de eso ha ocurrido cuando la escasez se califica como de “crisis humanitaria” y la inflación es hoy la más alta del mundo.
Al mismo tiempo se ideó las llamadas cajas CLAP que es un conjunto de productos que escasean en el país colocados en una caja y que son vendidos en los sectores populares. Para adquirir una de estas preciadas cajas el comprador debe tener en la mano su “Carnet de la Patria” que lo acredita como usuario pero que en la práctica es una suerte de afiliación política o declaración de fidelidad al Gobierno.
Al ser consultados algunos beneficiarios de esta caja sostienen que la primera les llegó en noviembre del pasado año y la segunda hace tres semanas. De manera que compensa muy poco los altos precios y la escasez permanente, y más bien se ha convertido en arma de chantaje político y foco de corrupción, debido a que también se ha conocido que los productos de la caja también han llegado al mercado negro y se consiguen a cuatro veces el precio regulado por el Gobierno.
EL DRAMÁTICO ESCENARIO DE 2017
A pesar de la entrada de la lluvias, y que el clima se está comportando con normalidad, el ciclo agrícola está virtualmente perdido por la poca accesibilidad a semillas e insumos para la siembra, de acuerdo a lo que señala Fedeagro. Algunas semillas no llegan a los productores desde hace más de un año. Como se sabe, el Gobierno controla toda la importación de semillas y fertilizantes a través de la empresa confiscada denominada Agropatria.
Es de aclarar que tanto Fedenaga como Fedeagro, cuyas organizaciones han participado en acciones de protestas como la ocurrida en algunas regiones y que se conoció como “el tractorazo”, no han paralizado la producción de alimentos.
Carlos Albornoz, presidente de Fedenaga explicó que las organizaciones de ganaderos y agrícolas, han desplegado actividades en todas las zonas productivas, “hemos sacado los tractores, se han realizado asambleas de productores, y allí vemos a la Venezuela próspera, a la Venezuela del mañana. Y eso hace es que tengamos optimismo. Lo que estamos viendo en el interior, en las regiones, en la zona rural, en las zonas que han sido pro gubernamentales es un mensaje muy claro”.
La producción en áreas clave
- Cereales: La producción de cereales en los llanos y zonas centrales no cuentan con los insumos requeridos por tanto sólo se sembró 30% de lo programado.
- Maíz: La disponibilidad de semillas de semillas de maíz era de 580 mil sacos, pero las asociaciones agrupadas en Fedeagro que producen 80% de del maíz a nivel nacional sólo alcanzaron a comprar 100 mil sacos (22%) el mayor volumen (78%) fue distribuyó en programas públicos e intermediarios.
- Arroz: Los productores estiman alcanzar 65 mil hectáreas de superficie que significa 50% de superficie promedio de lo sembrado en los últimos 5 años. La caída está vinculada a la falta de insumos.
- Hortalizas: En la región andina y otros estados productores de hortalizas solo han podido sembrar 25% de la superficie.
- Café: Los caficultores demandan 90.000 toneladas de fertilizante sólo les han permitido comprar 1.000 toneladas.
Con información del Diario Las Américas.