Las calles de Mariara tienen mezclado el pasado y el presente. El rostro de Chávez cuelga en algunos postes de electricidad. Los pendones, alguna vez utilizados en campaña electoral, están rasgados y amarillentos.
Dicen vecinos como Erick Rosillo que hubo un tiempo en que hablar mal del Gobierno estaba casi prohibido en Mariara. La última vez que el fallecido presidente Hugo Chávez se midió en elecciones, en el municipio Diego Ibarra de Carabobo, fue en octubre de 2012. Y ganó con 72,11% de los votos. El respaldo era absoluto y ese era un bastión de la llamada revolución bolivariana.
Pero la noche del lunes 25 de abril de 2017, en medio de intensas y generalizadas protestas antigubernamentales, un grupo de manifestantes aprovechó la oscuridad de la calle que conecta una redoma con la carretera Aguas Calientes. Hace semanas no hay alumbrado público. Los protestantes juntaron varios cauchos alrededor de la antigua “plaza Italia” de Mariara, rociaron gasolina y ardió parcialmente una estatua central de Chávez.
—¿Qué cosas cambiaron en Mariara para que ahora la gente queme estatuas de Chávez?
—La paciencia se agota (…) Inseguridad desbordada, por ejemplo, lo mismo que vemos en el resto del país. Yo, aunque no estoy de acuerdo con estos actos vandálicos, creo que la gente tiene derecho a protestar cuando las cosas se hacen mal— responde.
Rosillo es profesor de educación física. Es caraqueño, pero lleva 26 años viviendo en Mariara. Se traslada en una bicicleta amarilla y el lunes se quedó a ver cómo periodistas llegaron a lo que ahora se llama “redoma de la revolución” para sacarle fotos a la estructura de bronce de 3,80 metros, ahora chamuscada. Dice que antes eso fue una plaza llamada “Italia”, porque la hicieron inmigrantes europeos que quisieron devolver el gesto de la acogida que tuvieron cuando dejaron su país huyendo de la guerra.
Para enero de 2013 la “Plaza Italia” ya estaba siendo demolida, según archivos de periódicos locales consultados por El Pitazo. “El alcalde decía que cuando en Italia existiera una plaza llamada Mariara, entonces aquí habría una llamada Italia”, recuerda Rosillo. El regalo de los inmigrantes fue destruido y entonces se llamó a dos escultores: Edgar Salas, quien realizó el cuerpo de Chávez, y Rafael Domínguez, quien se encargó de tallar la cara.
Para cuando se cumplieron dos años de la muerte de Chávez, en 2015, se inauguró la redoma de la revolución, uno de los últimos lugares por donde se pasa cuando se sale de Mariara con sentido a Maracay. Alrededor hay un mercado de frutas, ventas de yuca —populares ante la escasez de alimentos— y productos revendidos como azúcar un poco más adelante. Los vecinos dicen que la estatua estaba acompañada de una espada que, sin que hubieran pasado 15 días de inaugurada la obra, fue robada. Aún no aparece.
Las calles de Mariara tienen mezclados el pasado y el presente. El rostro de Chávez cuelga en algunos postes de electricidad. Los pendones, alguna vez utilizados en campaña electoral, están rasgados y amarillentos. Lo único que los detalla es la sonrisa del expresidente. Por la avenida de la redoma hay mensajes pintados del partido comunista que se caen a pedazos como la pintura vieja. También hay murales de su último contendor electoral, Henrique Capriles, pintados con aerosol. Las vías están llenas de huecos y charcos.
Lo que le sucedió a la estatua no es la única muestra de rechazo público a la figura de Chávez en el que una vez fue un municipio absolutamente chavista. En las últimas elecciones para la Asamblea Nacional, en Mariara la brecha con respecto a la oposición se redujo a 5.760 votos. El circuito lo terminó ganando la Mesa de la Unidad Democrática (MUD). Al tomar la carretera nacional desde el distribuidor Santa Clara, puede verse una pancarta de Chávez con un manchón de pintura negro en la frente.
Los periodistas son abordados por una mujer chavista. Está molesta y no lo piensa dos veces cuando le piden una declaración. Rechaza los actos vandálicos y dice que los mismos vecinos se levantaron temprano para rehabilitar la imagen. “Aquí estaremos, para defenderla si vuelven a venir”, dice enérgica.
“Un acto terrorista”
El alcalde de Diego Ibarra, Rafael Ruiz, se mostró indignado por el ataque a la escultura. Lo calificó como un acto terrorista. Para él no hay dudas: fue orquestado por la oposición. Aún sin pruebas o sin investigación oficial, se atreve a señalar a dos opositores: el diputado suplente Armando López y el dirigente municipal de la oposición Alexis Rosas. Todo lo que pase de ahora en adelante en el municipio es responsabilidad de ellos, afirmó el alcalde a través de una nota de prensa.
El gobierno municipal inició trabajos de rehabilitación la mañana del martes. Para la noche, según reportó el diario local El Carabobeño, estaban culminados. Ruíz dijo que hay “investigaciones encaminadas” ante el Ministerio Público (MP) por los actos violentos.
Para el mediodía del martes, el olor a quemado y el hollín todavía cubrían el cemento de la base de de la estatua. Cuando varios periodistas se retiraron, solo uno quedó haciendo algunos vídeos con su teléfono en la redoma. Una camioneta blanca pasó y el conductor bajó el vidrio. Tenía lentes de sol y estaba ofuscado.
—¡Esta noche le quitamos la cabeza! dijo sobre la estatua, antes de arrancar y perderse por la avenida.
El Pitazo.