Carlos Canache Mata
De la mano de la ruina político-institucional, el régimen conduce al país a la ruina económica. Llevamos tres años de contracción de la producción nacional. Las divisas que entran no alcanzan para cubrir con importaciones el déficit de productos causado por la recesión. El resultado es la severa caída del nivel de vida de los venezolanos.
La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), que es un estudio realizado por un equipo multidisciplinario de investigadores de tres universidades (UCV, UCAB y la Simón Bolívar) reveló que en Venezuela había un 81,8% de hogares pobres en el año 2016, convirtiéndonos así en el país más pobre de América Latina. De esos hogares pobres, el 52% se encuentra en pobreza extrema, es decir, que no tiene capacidad suficiente para financiar o adquirir la canasta alimentaria. Contra el veredicto técnico de esas tres calificadas universidades, Nicolás Maduro tuvo la desfachatez de decir el pasado 15 de enero que en el 2016 la pobreza había disminuido de 19,7% a 18,3%.
Lo que nos informa Encovi encaja en el hecho de que Venezuela ostenta la tasa de inflación más alta del mundo (el FMI estima que será de 1.660% en el año 2017), lo que explica el silencio gubernamental de más de un año sobre datos de esa variable económica. Según el Cendas, la Canasta Alimentaria Familiar tuvo en enero de este año un costo de 621.106,98 bolívares, lo que requeriría 15,3 salarios mínimos para su adquisición. Las bolsas o cajas CLAP que distribuye el gobierno, cuyo contenido dura pocos días y es importado en buena parte, tienen etiquetas con los rostros de Maduro y Chávez, según informa Siete Días de El Nacional, aparte de que son objeto de corrupción a través de los sobreprecios en los productos que se importan. La investigación de Encovi revela también que 9,6 millones de venezolanos tienen dos o menos comidas al día y que siete de cada diez entrevistados manifestaron haber perdido, en promedio, 8,7 kilos de peso.
Se están pisando los umbrales de la hambruna. Los alimentos no solo están caros, sino que pasan por una gran escasez. La desnutrición, aguda o crónica, se ensaña en el cuerpo de millones de venezolanos, con consecuencias muy lamentables, sobre todo en los niños. En un reciente estudio de Cáritas de Venezuela realizado en niños menores de 5 años, se reportó que el 52% presentó importantes grados de desnutrición. Eso es como lanzar flechas contra los que van a gerenciar el futuro de la nación.
Como al hambre por la insuficiencia alimentaria se suma la escasez de medicamentos esenciales para la conservación y el rescate de la salud, se completa la existencia de una crisis humanitaria, agravada por la resistencia oficial de aceptar la ayuda externa.
¿Es esto sostenible?.