Ante un pueblo iracundo y hambriento que reclama el fin de la opresión en movilizaciones multitudinarias, el régimen venezolano ha incrementado los ataques a periodistas con alarmante ferocidad durante los últimos días. Trabajadores de la prensa venezolanos y extranjeros son intimidados, agredidos, rociados con gases lacrimógenos, inmovilizados y arrestados en esta redoblada ofensiva contra la libertad de expresión y el derecho a informar.
Silenciar la verdad –y atacar a sus custodios– se ha convertido en una norma antidemocrática cardinal en el control impuesto por el chavismo al flujo de información a fin de alcanzar la hegemonía comunicacional. Para ejercer su oficio durante 18 años de hostilidades, los comunicadores han enfrentado la intolerancia, el discurso estigmatizador de la faena periodística y amenazas a su seguridad personal, así como la precipitada desaparición de medios independientes y plazas laborales. Un aterrador panorama profesional.
El peligro acecha a cada paso. En la cobertura de las protestas antigubernamentales escenificadas a lo largo del país, numerosos periodistas y reporteros gráficos han sido embestidos por efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y la Policía Nacional Bolivariana, declaró el Colegio Nacional de Periodistas. Entre los agredidos se encuentran trabajadores de La Patilla, El Nuevo País, Globovisión, VivoPlay, Efecto Cocuyo, Reuters, Radio Caracol, Univisión y VTV.
Desde las trincheras, los informadores se juegan la vida y se sueltan la mordaza en una recia batalla por informar sobre ese tenebroso acontecer
Seccionales del gremio periodístico venezolano denunciaron también la detención arbitraria de un colaborador de portales informativos en Barquisimeto, y el atentado contra la sede del diario Nuevo Día en Coro, ambas ciudades en la región occidental.
Asimismo, los periodistas son salvajemente golpeados, y sus equipos de trabajo desvalijados, por delincuentes de los llamados colectivos o grupos de base armados del chavismo, frente a la mirada indiferente de los uniformados de los cuerpos de seguridad a plena luz del día.
La escalada de violencia, el incremento de medidas intimidatorias y la criminalización del ejercicio de la libre expresión fueron condenados el jueves por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). En un comunicado, el presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la entidad hemisférica, Roberto Rock, explicó que los periodistas y medios atacados, amenazados e intimidados “se encuentran en estado de indefensión ante un Estado que los señala como fuente de los males del país y más bien incentiva y justifica esos ataques”.
La SIP informó que no menos de 17 corresponsales extranjeros han sido deportados o se les impuso trabas para ejercer el periodismo. Por otro lado, las cadenas internacionales CNN en Español y NTN24 vieron suspendidas sus señales en el país, y las páginas web de los canales digitales de noticias VivoPlay y VPI TV fueron bloqueadas por orden de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel). Entretanto, los espacios críticos del gobierno en la prensa nacional se han reducido drásticamente, a la vez que los medios estatales bombardean a la audiencia con propaganda política.
El régimen de Nicolás Maduro hace añicos, a la brava, el Derecho, la institucionalidad, el orden constitucional y el anhelo democrático del pueblo venezolano. Desde las trincheras, los informadores se juegan la vida y se sueltan la mordaza en una recia batalla por informar sobre ese tenebroso acontecer. Por la justicia, la libertad y la dignidad humana, la comunidad internacional, los organismos multilaterales y las organizaciones de prensa deben exigir la defensa y el respeto a su encomiable labor.