Los jóvenes, a quienes se les llama «escuderos de la libertad», se enfrentan con fuerza a las pertrechadas tropas militares y de la Policía Nacional Bolivariana.
Después de la represión, llega la batalla. En ella, los jóvenes, cientos de «escuderos de la libertad» como les llaman en las filas opositoras, se enfrentan a las pertrechadas tropas de la Guardia Nacional (militares) y de la Policía Nacional Bolivariana. Como David contra el gigante Goliath, portando un pequeño e ingenioso arsenal para resistir a las contundentes e inagotables armas antimotines del chavismo.
Los «guarimberos» han perfeccionado el uso de sus tirachinas gigantes, la versión moderna de la honda usada hace siglos por el personaje bíblico. Pero no solo lanzan piedras, también disparan pintura contra las tanquetas (desde las que disparan gases y perdigones) y las ballenas (agua a presión y lacrimógenas), los principales vehículos acorazados de la represión policial. «La idea es quitarles la visión, porque la pintura tapa el cristal y al hacer uso del parabrisas lo extiende, cegándoles», explica a LA NACION el experto en Seguridad Javier Gorriño, antiguo comisario de la Policía Técnico Judicial.
El diputado y médico José Manuel Olivares acusó ayer a la Guardia Nacional del asesinato del joven Miguel Castillo con una de estas metras, que la oposición ha documentado con los restos recogidos durante las cinco semanas de enfrentamientos. «Es muy difícil identificar quién es el autor, porque no deja rastros», matiza el antiguo comisario.
«Una brigada antimotín tiene que estar entrenada para el uso progresivo de la fuerza. El grado de violencia policial debe estar por debajo del que emplean las personas. No se trata de eliminar al otro, sino de disuadir y disolver», sostiene el experto Alexander Briceño.
Pero cuando la represión se recrudece, todo vale para los funcionarios. En uno de los vídeos captados ayer por un ciudadano, se observa cómo un joven atraviesa un puente metálico en medio de los enfrentamientos. Porta sobre su espalda una bandera venezolana, que no le sirve como protección: militares furibundos le asestan tres puñetazos, tres patadas, dos golpes a la cabeza con sus escudos, dos golpes de fusil a la misma zona del cuerpo, un disparo de una bomba molotov sin gas y un perdigonazo a bocajarro en la espalda.
En otro video captado al principio de la semana, denunciado por el gobernador Henrique Capriles, se ve a un policía portando una especie de látigo con púas, aunque no existen reportes de su uso.
¿Y las armas de fuego? Hasta el momento, solo los famosos colectivos revolucionarios las han utilizado, como ya hicieran durante las protestas de 2014. Según la Unidad Democrática, el Plan Zamora prevé la colaboración de civiles, aunque no se mencione expresamente su participación.
En el otro bando, el de los jóvenes, mucho ingenio y una polémica: los «puputovs», frascos rellenos de heces fecales, ya usados el pasado lunes en Mérida contra la policía regional. «Ellos nos lanzan gas, nosotros les respondemos con nuestra mierda», asegura, muy serio, a LA NACION uno de los jóvenes «escuderos», que había fabricado su pequeña «bomba» con el recipiente de una papilla para bebes.
El chavismo acusó de inmediato a la oposición de usar armas biológicas contra policías y militares. «El uso del arma bioquímica es delito, está completamente tipificado, tiene penalidades altas», advierte Marielys Valdez, inspectora general de Tribunales.
El uso de estos «cócteles» ha dividido también a la oposición. Sus detractores aseguran que, además de ser un asco, lo único que provoca es que la represión sea aún más dura. En cambio, las voces favorables sostienen que es un buen método de defensa ante la brutalidad policial. «Militares cobardes, asesinos e inhumanos. Más sucios y pestilentes que el excremento con que les rocía la ira popular», brama Henry Ramos Allup, ex presidente de la Asamblea Nacional.
El equipo de combate de los «guarimberos» está compuesto casco, máscara antigas, guantes resistentes al calor para devolver gases lacrimógenos, lentes cerradas tipo natación y escudos de madera o latón. Tampoco faltan cócteles molotov y pequeños cohetes.
Buena parte de estos jóvenes cargan visibles cruces sobre su pecho, incluso portan escapularios de la virgen en sus muñecas. Todo vale para protegerse cuando empieza tan desigual batalla.
Diario La Nación.