Entre los candidatos expuestos a plena luz del día para dirigir la MUD, brilla el Alcalde Metropolitano, Antonio Ledezma, y barajándolo entre los de sus otros ilustres cofrades, he llegado a la conclusión que, independientemente, del final de su postulación, sería el nombre ideal para cumplir el cometido.
Ledezma tiene, entre sus otros puntos a favor, el de ser un demócrata de vocación pluralista sin tacha, uno que no tendría empacho en reunirse y compartir con otros opositores al margen de las diferencias que los aleje de ellos,
Puede demostrarse en el hecho -poco usual en la política venezolana de hoy día – de que, no solo entre los grupos opositores, sino también entre muchos oficialistas, Ledezma, es de las figuras menos “demonizadas”.
No se trata del resultado de los cálculos de un camaleón, sino, al contrario, de los riesgos de un político recio que, no teme decir lo que piensa y hace, pero en el estilo que solo crea la templanza y la amplitud de miras.
Ledezma, igualmente, calza unos puntos que, no por fortuitos, llegan a tener una importancia capital en crisis especialmente dramáticas y traumáticas como la que vivimos: está en el punto medio de dos generaciones a los cuales separa la paciencia excesiva, o la impaciencia excesiva.
Por eso: sin agregarle los datos de que es un político honesto a toda prueba y de que acumula –más que ningún otro candidato- una experiencia de gobierno curtida y bruñida, gritaría a todo pulmón: “Ledezma para Secretario Ejecutivo de la MUD”.