Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China) nacieron a finales de la década de los 2000 y adquirieron su mayor auge a raíz de la recesión económica global y de la demanda de materias primas de parte de economías emergentes como China e India.
Sin embargo, la recesión, aparte de no desembocar en el Apocalipsis, ha visto la recuperación de USA y la conversión de Alemania en el nuevo poder económico de la EU.
Sucesos que han repercutido en una caída del crecimiento de China e India, y del desplazamiento de los “emergentes” como la mejor opción de inversión para países con excedentes financieros.
Malas noticias entonces para los BRIC, cuya irrupción ha pasado a ser negada en centros académicos internacionales y a ser más bien estudiada como un fenómeno efímero y no permanente.
¿Por qué, entonces, la reunión de los BRIC que tiene lugar en este momento en Río de Janeiro?
Bueno, porque si ya no hay razones económicas para su permanencia, si sobran las políticas y estas son: sacarle a Rusia las castañas del fuego en Ucrania; a Brasil sobrellevar su fracaso en el Mundial de Fútbol y a China e India la caída de su crecimiento en menos de 3 puntos para este año.