Edgar C. Otálvora i
Los negociadores de Santos y de las Farc, tras sostener largas conversaciones en Cuba posteriores al plebiscito, emitieron un comunicado que deja ver las tensiones existentes.
Juan Manuel Santos orientó su campaña publicitaria para el plebiscito como una falsa disyuntiva entre la paz y la guerra. El propio Comité Nobel de Noruega, que confirió a Santos el Nobel de la Paz el 07OCT16, argumentó en su veredicto que “el plebiscito no era una votación a favor o en contra de la paz”, sino una consulta sobre el “controversial” acuerdo alcanzado con las Farc.
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Los estrategas de la campaña oficialista en Colombia entendían que el único enemigo a vencer en el plebiscito era la abstención y su meta era lograr el umbral mínimo de votos requeridos por ley, dando como supuesto que el voto por el “no” sería minoritario. Pero el “si” al Acuerdo perdió el plebiscito porque el aparataje clientelar político nacional y, básicamente local, que buscó votos para Santos en las elecciones presidenciales de 2014, no se movió para acarrearle electores a las mesas en la consulta por la paz. Santos intentó validar políticamente su Acuerdo con las Farc mediante un mecanismo electoral el cual intentó ganar como si se tratara de una elección, fracasando en el intento. A favor del acuerdo sólo se pronunció el 18,27% del electorado mientras el 18,42% lo rechazó. El tema de las “Farc” la noche del 02OCT16 pasó nuevamente a ser un asunto a negociar entre las élites gobernantes en Colombia, cuyas contradicciones no logró resolver Santos en los seis años que lleva en conversaciones con las Farc.
Santos, al contrario de lo que expresa la propaganda en su contra, difícilmente puede calificarse como un agente “castrochavista”. Pero las Farc no es una organización legalista, democrática y pacifista como ahora pretende presentarse. Además, los resultados del plebiscito dejaron ver que las Farc y la izquierda legal colombiana poseen un peso electoral mínimo en la Colombia actual.
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La ejecución de los términos para la desmovilización acordados por el gobierno colombiano con las Farc no se ha paralizado. Tras la derrota en el plebiscito del 02OCT16, el gobierno Santos decidió continuar la aplicación de lo pactado con la guerrilla en lo atinente a la cesación del fuego y los preparativos para la movilización de guerrilleros hacia las denominadas zonas de concentración. La decisión de Santos cuenta con el apoyo de los opositores al Acuerdo, los expresidentes Alvaro Uribe y Andrés Pastrana, quienes igualmente se han pronunciado a favor de que la “comunidad internacional” continúe las tareas de monitoreo y verificación que ya parcialmente están cumpliendo. El general argentino Javier Pérez Aquino, designado como jefe de la misión de observadores de la ONU para Colombia, se encuentra cumpliendo funciones en el país al frente de un cuerpo que ya alcanzaría varias centenas de funcionarios internacionales. Se espera que la Secretaría General de la ONU apruebe la continuidad de la presencia de sus observadores a pesar de los resultados del plebiscito.
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El 04OCT16 el Ministro de la Defensa de Colombia, Luis Carlos Villegas, emitió una Directiva normando el cese al fuego por parte de las tropas colombianas con vigencia hasta el 31OCT16. El anuncio fue entendido por diversos medios de prensa y hasta por las Farc, como un plazo para el reinicio del conflicto armado. Sin embargo la Directiva ministerial fue emitida para cubrir un vacío normativo sobre la actividad de los militares ante las Farc, organización que aún permanece armada y al margen de la ley. El cese al fuego oficial que arrancó el 29SEP16 fue establecido mediante el decreto suscrito el 26AGO16 por Santos el cual no contempla plazo final y que no ha sido derogado. El reinicio del conflicto armado es un escenario analizado por planificadores militares colombianos y de países vecinos, pero que oficialmente es negado tanto por el Gobierno Santos como por las Farc.
Las fotografías que circuló la agencia AFP el 02OCT16 que mostraban al jefe de las Farc, Timoleón Jimenez Timochenko y a otros jefes guerrilleros arrellanados en grandes butacas, fumando habanos en una lujosa sala del exclusivo Club Habana, hacen dudar que la actual jefatura de las Farc, cuyas edades promedian los sesenta años y que han pasado cuatro en Cuba, regrese a las montañas de Colombia a retomar un conflicto armado en el cual han sido derrotados. Una eventual retomada del conflicto armado en Colombia sería con unas Farc dirigidas por nuevos jefes con el peso de la poderosa narcoeconomía globalizada que está estructurando una nueva geografía del narconegocio en Suramérica sediento de combatientes propios.
vía Informe Otálvora