Manuel Malaver No es que el autogolpe del cártel de narcotraficantes instalado en Miraflores haya empezado el lunes con la decisión de la AN de sustituir a su jefe, Maduro, de la presidencia “por abandono del cargo”, pero sí es evidente que se ha acelerado con miras a sembrar el caos, desestabilizar al país y recrudecer la represión para tratar de evitar lo inevitable: su expulsión del gobierno.
Y es que, no se puede interpretar de otra manera el allanamiento la noche del martes de la casa de habitación del general, Raúl Badúel, la detención ayer del diputado de “Voluntad Popular”, Gilber Caro, y una citación que se le hizo para hoy al gobernador del Estado Miranda, Henrique Capriles, para “presuntamente” inhabilitarlo del cargo.
En otras palabras que, la respuesta “anunciada” y esperada de una banda de facinerosos adscrita a la delincuencia organizada que busca por todos los medios no confrontarse con el pueblo en unas elecciones generales, y mucho menos, verle la cara en las protestas que desde comienzos de año se suceden por todo el país.
Y que, no dudamos conocerán un punto de inflexión en la manifestación convocada para el 23 de enero próximo, y después del cual, se hará más evidente que Maduro y su grupete o respetan la Constitución o serán ejectados del poder.
Y de nada servirán los arrebatos del Califa de Aragua, el también conocido como Tareck El Aissami que ahora opera como Vicepresidente, pues de la misma manera que los tribunales internacionales lo buscan por terrorista y miembro del Cartel de los Soles, el pueblo de Venezuela le irá a cobrar que utilice armas y soldados venezolanos para perseguir, torturar y matar a venezolanos.
Un criminal de la misma peligrosidad de otro narco, el general Néstor Reverol, pagándole a Maduro protección después de haber sido denunciado y acusado en cortes de Estados Unidos de ser el responsable del envío de cientos de toneladas de cocaína de ese país.
Y con Maduro, Cabello y Padrino López colgados de la insensatez de que, por detener y encarcelar diputados y líderes a opositores, van a amedrentar a una sociedad civil que cada día está más viva y activa y dispuesta a demostrar que los días de los forajidos, narcos y corruptos están contados.