Todo diálogo implica una negociación, pero igualmente, que las partes concurren a los mismos con principios innegociables.
Contradicción aparente que surge de la evidencia de que, las graves crisis políticas se desencadenan cuando se rompen los consensos imprescindibles para la estabilidad, la paz y el bienestar social.
En Venezuela, la actual crisis humanitaria que corroe los cimientos del país, es producto de que, durante 17 años, una élite cívico militar excluyente y neototalitaria, ha pretendido usurpar los derechos de los venezolanos a gobernarse constitucionalmente, y de acuerdo a los principios del Estado de Derecho, que norman los consensos, los disensos, la pluralidad y la división de los poderes.
Entonces, cualquier diálogo, para ser efectivo y dirigido a solucionar la crisis, debe empezar por desmontar el neototalitarismo, la dictadura y el sistema o modelo que le da sustento: el socialismo.
La constitución vigente establece que el pueblo venezolano tiene el derecho a convocar un “Referendo Revocatorio” para el gobierno de turno, una vez cumplida la mitad del período y llenándose el requisito de que es autor visible de los males que aquejan al país.
Entonces, tocamos el punto innegociable en el diálogo que se quiere establecer entre el gobierno y la oposición y frente al cual las partes deben estar muy claras e intraficables.