Carlos Esteban
Primero fue el respetado congresista John Lewis, héroe en la lucha por los derechos civiles, quien llamó “ilegítimo” al presidente electo Donald Trump, y a él se suma un número creciente de legisladores que han anunciado su intención de no asistir a la investidura del nuevo inquilino de la Casa Blanca, en algunos casos alegando que Trump “faltó el respeto” a Lewis al responder a su insólita declaración.
La palabra “ilegítimo” empieza a convertirse en moneda corriente en el establishment entre los incontables enemigos de Trump, con consecuencias que nadie parece advertir. El último -o de los últimos, porque el goteo es constante- ha sido, en declaraciones para la CNN, el representante Jerry Nadler, quien considera que Trump es, al mismo tiempo, ilegítimo “aunque legalmente elegido”.
Quizá los antitrumpistas no se den cuenta ahora, pero están minando la confianza en el sistema político norteamericano, un sistema con más de dos siglos de continuidad, y asegurándose de que muy probablemente ya nunca más ningún presidente sea aceptado como ‘legítimo’ por todos los ciudadanos.
Pasa con esto como pasó cuando George Bush, cabalgando la ola del 11-S, asumió poderes ejecutivos hasta entonces inéditos en un presidente. Y los mismos republicanos que vitorearon porque era uno de los suyos quien acumulaba todo ese poder tuvieron razones para lamentarlo cuando un demócrata, Barak Obama, llegó a la Casa Blanca y heredó las nuevas perrogativas de su cargo.
La nuez de todo el asunto, como habrá deducido quien haya seguido la tortuosa sucesión de zancadillas que le han puesto desde las elecciones, es que los demócratas -y muchos, muchos republicanos- simplemente no aceptan la derrota. Y si es cierto que los primeros han sido siempre renuentes a conceder legitimidad a un presidente republicano –recuérdese los mensajes sobre ‘Bushitler‘-, este caso supera al resto en naturaleza y no meramente en grado. Lo que está en juego no es una presidencia, es todo el sistema.
Trump, mientras, sigue “haciendo amigos” con declaraciones como que la OTAN hace años que dejó de tener sentido, o que la Unión Europea es un mecanismo para asegurar el control de Alemania sobre el resto de Europa. A la prensa asentada ya le ha advertido que ampliará sustancialmente el número de medios asistentes a las tradicionales ruedas de prensa de la Casa Blanca, diluyendo en la práctica su hegemonía mediática. Nada extraño, pues, que haya mucha gente muy poderosa dispuesta a hacer lo que sea -o casi; esperemos que casi- para impedir que Trump gobierne.
Ejemplo, el ‘programa de festejos’ con que la progresía gringa intentará aguar la investidura del nuevo presidente, con el revelador nombre de DisruptJ20, creación del cineasta multimillonario Michael Moore. Lo que reconocen proponerse es ya de por sí completamente insólito y bastante peligroso en un acto que convocará a más de un millón de personas.
Pero peor es lo que revela el último vídeo de Project Veritas, de James O’Keefe, de quien ya tuvimos ocasión de informar en su día cuando grabó con cámara oculta a colaboradores de la campaña de Hillary explicando cómo se realizan fraudes electorales.
El vídeo graba la reunión de un grupo de manifestantes conocidos como DC Anti-fascist Coalition conjurándose para sembrar el caos en la ceremonia con el lanzamiento de bombas fétidas. Eso es el Plan A.
El Plan B consiste en poner en funcionamiento todos los aspersores antiincendios de Meanwhile, -“Plan B” entailed an effort to simultaneously set off the sprinkler systel local- donde la víspera de celebrará ‘Deploraball’, una ceremonia previa a la investidura. Parecen bromas de escolar, pero hay que recordar que se trata de un acto solemne, que el lugar estará abarrotado y que este es solo un grupo de los muchos.
El grupo oficial es bastante más serio y sus planes, bastante más complejos, a dos dedos de las tácticas de guerrilla urbana. Para resumirlos puede bastar esta declaración de uno de sus organizadores, el anarquista Legba Carrefour, al Washington Examiner: “Si el titular sincero del día siguente es ‘Trump investido entre vítores y sin incidentes’, eso sería un fracaso. Pero no creo que suceda”.