No debería escribir hoy sobre el “Referendo Consultivo” -aprobado el martes por la Asamblea Nacional y que para consultar al pueblo si estaba de acuerdo o no con la constituyente y con la salida de Maduro este mismo año-pues, tal como lo pronostiqué, fue rechazado ayer en las calles en numerosos pueblos y ciudades de Venezuela y, sin duda que, para no volver asomar su faz torva y fraudulenta.
Y es que, no puede calificarse de otra forma una jugarreta que, para empezar, insiste en que a Maduro y su pandilla le queda aún briznas de legitimidad, y, sobre todo, irrumpe para desviar al pueblo de la gesta heroica que libra desde hace 56 días para desalojar a la narcodictadura de Miraflores.
Como una avalancha creciente e indetenible, según corroboró Venezuela, América y el mundo con la gloriosa marcha de los médicos el fin de semana pasado y la insurrección popular en Barinas a comienzos de la presente.
Dos acontecimientos marcadores, pues, de un lado, uno de los gremios más apreciados, numerosos y necesarios en cualquier sociedad demostró que, multitudinariamente, apoya las luchas de la oposición, y del otro, en la ciudad de Barinas, capital del estado donde nació Chávez, el pueblo también dijo que rechaza su legado y está dispuesto a hacer lo que sea para extirparlo.
De ahí que, salir después de estos sucesos proponiendo un evento peregrino que, por fuerza, va a significar pérdida de tiempo, recursos de todo orden, y confusión, tanto para el pueblo que combate, como para nuestros aliados internacionales, no pudo conducir a una protesta más unánime que, espero, haya enterrado el mamotreto de una vez y para siempre.
Pero esta certeza no puede inhibirnos de formular algunas reflexiones sobre ciertos líderes opositores que, a pesar de que, tanto Maduro como el pueblo, ya decidieron el escenario y los actores donde y con quienes habrán de medirse, siguen pensando en cabildeos, diálogos y juegos palaciegos, no para solucionar la crisis, sino para ponerle plazos ab infinitum.
A los efectos, nada más oportuno que recordar el “falso diálogo” de octubre y noviembre pasados, cuando, con el pueblo en la calle y decidido a defenestrar a la dictadura ese mismo año, la MUD corrió a arrojarse a los brazos de Maduro y unos intermediadores tramposos para que le cayeran a puñaladas.
Y es en lo que debieron pensar los parlamentarios opositores que salieron el martes con la añagaza, cuando lo que esperaba el pueblo era que se declara el 350 y se le diera vigencia constitucional y legal a una insurrección, guerra popular o guerra civil del siglo XXI que, definitivamente, se está ganando.
Y si les quedaban dudas a los proponentes del mamotreto, pues, tuvieron ayer antes sus ojos los choques entre manifestantes democráticos y las fuerzas represivas en Caracas, Maracaibo, San Juan de los Morros, Maracaibo y la resistencia de las ciudades y pueblos del Estado Barinas.
La continuidad de una cruzada que, no va a terminar hasta que Maduro y sus narcogenerales sean expulsados de Miraflores para dar comienzo a una Era donde la democracia y la América regresen al pueblo que las fundó en Sur América y, es hoy, ejemplo en el mundo de cuánto hay que hacer para que la peor de las dictaduras, el totalitarismo comunista, desaparezca para siempre de la América libre, democrática, plural, occidental y cristiana.