Creo que, aparte de las interpretaciones jurídicas y diplomáticas que puedan formularse sobre la decisión del régimen de Maduro de retirarse de la OEA, ninguna nos ayuda más a visualizar los acontecimientos que veremos irrumpir en los próximos días, como las motivaciones políticas y que tienen que ver con su aspiración a seguir masacrando al pueblo venezolano, pero sin ser molestado.
Es el regreso al paraíso perdido de todos los dictadores comunistas y marxistas que se conocieron desde Stalin, hasta el primer Daniel Ortega, pasando por Pol Pot, pero que tuvieron que retroceder en la aplicación del modus operandi clásico (asalto violento del poder y establecimiento de dictaduras totalitarias que barrían con todo vestigio de democracia y de Estado de Derecho) y hubo que pensar en sistemas híbridos, cuya legitimación provenía de pacíficas y cuantiosas elecciones.
Tenía que llegar, sin embargo, el momento en que, puesta al desnudo la estafa socialista y estatólatra, conocida la ruina y catástrofe que promueve en las sociedades, los electores se rebelaran, y comenzaran a derrotar a los revolucionarios, para devolverles el poder a los demócratas.
Esa es la realidad con la que se ha encontrado Maduro en Venezuela, después de 14 años de dictadura chavista y cuatro de poder personal, por lo que, terminó echando manos a las armas y matando, torturando y encarcelando a cuantos venezolanos opositores sean necesarios.
Es lo que, desde más 22 días, perpetra por todo el país, sin aceptar que, instituciones que, hasta hace poco le fueron adictas, como la Fiscalía General de la Republica, le señale que está actuando al margen de la Ley y violando la Constitución, al detener ciudadanos ilegalmente y sin aplicarle el debido proceso.
Pero mucho menos permitiendo que, instituciones multilaterales como la OEA, convoque una reunión de Cancilleres para que, de acuerdo al espíritu de la Carta Democrática Interamericana que es de obligatorio cumplimiento para sus miembros, le pida cuentas de la represión brutal que ejecuta contra ciudadanos venezolanos que protestan porque se les niegan sus derechos y que ya va por un saldo de 26 muertos, 50 heridos y 300 detenidos.
En otras palabras que, Maduro ha rechazado el reclamo y de, paso, ha anunciado que se retira de la OEA, y que de ahora en adelante –es el espíritu del gesto-seguirá haciendo lo mismo, pero quitándole a la OEA el derecho a reclamarle.
Desplante que puede parecer desproporcionado para el gobierno de un país que, desde la fundación de la OEA, a comienzos de los años 40, es miembro del organismo, y al cual, el régimen chavista y su sucesor Maduro, apoyaron todos estos 18 años, pero siempre y cuando los acusados de golpes de Estado y violar los derechos humanos, fueran sus enemigos.
Pero no es inusual y puede decirse que sigue la cartilla de otros regímenes dictatoriales, como el de los hermanos Castro de Cuba, quienes durante medio siglo han cometido todo tipo de ilicitudes dentro y fuera del continente, y al abrigo de reclamos, y, lo que es más, de castigos.
Pero ¿será con lo que puede contar Maduro? ¿Será que la comunidad internacional, porque está ahora fuera de la OEA, lo va a dejar a sus anchas, haciendo y deshaciendo, aplicándoles a los venezolanos una dictadura cruel y feroz y él, Maduro, tan tranquilo, tan campante?
Pues, señor Maduro -le tengo malas noticias-, pienso que no, porque en su caso, usted está destruyendo una democracia, un estado de derecho, una constitución, los derechos humanos de 28 millones de personas y eso, desde el punto de vista de la OEA y del Derecho Penal Internacional, configura delitos.
Y los delitos tienden a ser detenidos por los entes facultados para hacerlo de acuerdos a legislaciones muy precisas que, de fracasar en sus propósitos, pasan a la coerción que, en su caso, no pueden ser sino su derrocamiento y enjuiciamiento.
De modo que, usted está en problemas, señor Maduro, y debe pensar que los años 60, los hermanos Castro y la revolución cubana, se acabaron.