Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /var/www/wp-content/plugins/social-media-feather/synved-social/synved-social.php on line 653
Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /var/www/wp-content/plugins/social-media-feather/synved-social/synved-social.php on line 653
Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /var/www/wp-content/plugins/social-media-feather/synved-social/synved-social.php on line 653
Notice: Trying to access array offset on value of type bool in /var/www/wp-content/plugins/social-media-feather/synved-social/synved-social.php on line 653
Grecia cede. Las presiones del Eurogrupo, los serios problemas de liquidez y las tensiones en su sistema financiero llevaron al Gobierno de Alexis Tsipras a anunciar anoche que solicitará hoy una ampliación del rescate de hasta seis meses, con una fórmula de compromiso para salvar los muebles en casa, según explicó a la televisión alemana el ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis. Tras un par de semanas de fuertes presiones, incluido un ultimátum del Eurogrupo, Varoufakis admitió que Atenas “necesita prolongar el programa de crédito” para negociar con más holgura un tercer rescate en toda regla. La partida, con todo, dista mucho de quedar cerrada. Grecia enviará hoy una carta al Eurogrupo con su oferta, y los socios del euro evaluarán si cumple lo suficiente las condiciones impuestas. Solo entonces, si la petición se acerca a las exigencias europeas, se convocará una reunión extraordinaria en la que se decidirán los detalles del acuerdo.
Fuentes del Gobierno griego explicaron que Atenas piensa una ampliación que se distinga claramente del memorándum que ha gestionado la troika (Comisión Europea, FMI y BCE) en los últimos años. Atenas sigue siendo deliberadamente ambigua: debe contentar a los socios europeos, y a la vez tiene un claro mandato del electorado griego, que votó a Syriza con la promesa del fin de la austeridad, del fin de la troika y del fin del rescate. Varoufakis explicó que habrá “evidentemente”, “tres o cuatro condiciones”, que no especificó, pero el Eurogrupo habló alto y claro el pasado lunes: los socios europeos están dispuestos a conceder victorias semánticas a Grecia, e incluso a otorgar cierta flexibilidad, pero quieren una victoria en toda regla: una prórroga del actual programa y de la mayoría de sus duras condiciones.
La idea de Atenas es solicitar una ampliación en la línea del plan diseñado por la Comisión Europea en los últimos días. Ese plan —ver viñeta adjunta—, sin embargo, ni siquiera fue debatido en el Eurogrupo, cuyo presidente, Jeroen Dijsselbloem, optó por otra propuesta mucho menos amable que llevó a los griegos a rechazar el pacto y al Eurogrupo a plantear un ultimátum. Los socios del euro deberían discutir la propuesta el viernes. Porque el tiempo apremia: varios parlamentos nacionales —el alemán y el finlandés, entre otros— deben votar para que el acuerdo esté listo el 28 de febrero, la fecha en la que expira el rescate.
La jugada de Grecia llegó tras una jornada plagada de declaraciones subidas de tono, de presiones por ambos lados, de mucho teatro: al cabo, la eurozona y Grecia sabían que Atenas necesitaba el dinero; la única alternativa era romper con Europa y entrar en un escenario de ruptura muy peligroso. Grecia cede —queda por saber cuánto— y desde ahora Europa también está obligada a ceder, a dar concesiones políticas y financieras a un país que ha perdido una cuarta parte de su PIB en el último lustro y cuyo rescate no ha impedido que se disparen la deuda pública, el paro y que el Gobierno denuncie una situación de “emergencia social” en el país. Europa permitirá que Tsipras rebaje el tono de la austeridad. Aliviará el peso de la deuda. Permitirá algo de gasto social para los problemas más acuciantes. Y en función de lo que decida Alemania, dejará un guiño político a Tsipras, con el final —teórico— de la troika. Y, tras una negociación extenuante que muy probablemente dejará una sensación agridulce en Grecia, en apenas unas semanas arrancará una negociación aún más dura: la del tercer rescate.
Grecia y el Eurogrupo están ya muy cerca de un compromiso en la sustancia del programa interino, el acuerdo-puente, el pacto de deuda o como quiera que se acabe llamando la ampliación del rescate. A falta de esa negociación de corte casi filológico pero de enorme calado político, varios socios del euro pusieron ayer el énfasis en la delicada situación de liquidez de Grecia. La recuperación se ha volatilizado. La fuga de depósitos se agudiza. Y Atenas admite ya que las finanzas públicas se resienten. Ese escenario pesó ayer en la decisión del Gobierno, pero el lío no ha acabado. Atenas amaga con unas elecciones anticipadas si el Eurogrupo rechaza su oferta en las próximas horas. La eurozona ha mostrado un grado de dureza que no hace posibles grandes concesiones, en especial por un liderazgo alemán que quiere evitar sorpresas por el flanco político, y con aliados como España y Portugal que temían un contagio si Syriza salía bien parada de esta batalla. Queda por ver un último acto: la profundidad de la oferta griega y los verdaderos deseos de llegar a un acuerdo esta semana para garantizar seis meses de tranquilidad, ahora que la recuperación europea empieza a asentarse y que el BCE va a irrumpir con un programa de compras de bonos a gran escala que puede marcar diferencias respecto al último lustro de crisis y otras miserias.