Los colegios electorales de Perú han abierto este domingo para que 23 millones de votantes elijan al nuevo presidente, en sustitución del actual, Ollanta Humala, y al Parlamento del país para los próximos cinco años. Las urnas llevan abiertas desde las ocho de la mañana, hora local (las tres de la tarde en España), y cerrarán a las cuatro de la tarde.
Keiko Fujimori, la gran protagonista, a quien todas las encuestas daban como ganadora de esta primera vuelta, se disputará el pase a esa segunda vuelta con el candidato de Peruanos por el Kambio, el exministro Pedro Pablo Kuczynski, y la legisladora Verónika Mendoza, del Frente Amplio. El ganador de las presidenciales jurará su cargo el próximo el 28 de julio, cuando el actual presidente Humala concluirá su mandato (2011-2016).
La candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, es la favorita en los sondeos divulgados realizados hasta el último momento a la espera de las encuestas a boca de urna, que también pronosticaban que será necesaria una segunda vuelta en junio. Los sondeos realizados en la última semana pronostican que las elecciones se van a decidir por unos miles de votos. En estos días, según los directores de las cuatro principales encuestadoras de Perú, que mantuvieron un encuentro con la prensa internacional, ha habido algunos ligeros cambios. Fujimori está perdiendo entre uno y tres puntos, probablemente por las marchas realizadas en su contra el 5 de abril, aunque está en cabeza y muy alejada del segundo puesto. Lo más importante para el resultado final es que las cuatro encuestadoras detectan un empate técnico para el segundo puesto entre Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos por el Kambio, centro) y Verónika Mendoza (Frente Amplio, de izquierda). Las elecciones cambian mucho si entra uno u otro, porque ocupan espacios muy diferentes.
La política peruana es tan volátil que hasta el último momento no estaba claro aún si Perú seguirá la línea del resto del continente, con un giro a la derecha –aunque nadie en este país considera al presidente Ollanta Humala de izquierda a estas alturas- o mantiene su línea de ir a contracorriente en Latinoamérica y apuesta por la izquierda. Todo dependía de unos miles de votos, los que según las encuestas –difíciles de medir por ser un país enorme con un 20% de voto rural al que no llegar los sondeos- separaban a Kuczynski de Mendoza.
El primero parecía tener más posibilidades, sobre todo porque en los últimos días hubo una fuerte campaña del miedo contra Mendoza que podría dar sus frutos en un país en el que la izquierda no levanta cabeza hace 30 años por el peso del terrorismo de Sendero Luminoso.
Aunque Keiko Fujimori será sin duda la más votada con un apoyo cercano al 40% -lejano del 50% que necesitaba para ganar en primera vuelta- el que entre de los otros dos tiene posibilidades reales de ganar por el rechazo al fujimorismo. Personas de centro derecha votarían a Mendoza y de izquierdas a Kuczynski con tal de que no vuelvan los Fujimori. La suerte del Perú entre izquierda y derecha se decide pues por un escaso margen que el lento recuento aclarará el lunes.
Un recorrido por tres colegios electorales de Lima, uno de clase media-alta, otro de clase media clásica, y uno mucho más popular, muestra rápidamente cuál es principal motor del voto en Perú: el miedo, el recuerdo de tiempos pasados durísimos. “Mire, no estamos para experimentos. Yo ya los viví todos. Perdí 30 años de mi vida entre terrorismo, narco, guerrillas, dictaduras. Yo adoraba a Fidel Castro de joven pero ya pasó. Hay que cambiar cosas pero dentro de la misma línea”, sentencia Luis, de 72 años, en el distrito de Jesús María, de clase media, donde vive Verónika Mendoza (Frente Amplio). Él va a votar por Kuczynsnki (Peruanos por el Kambio), que tiene 77 años y lo ha sido en política, sobre todo ministro de Economía. Un candidato de centro derecha que garantiza continuidad.
Claro que a algunos les inquieta precisamente que sea tan mayor. “Me preocupa PPK por la edad. Estoy entre él y Keiko. Con el chino (Fujimori) estuvimos bien económicamente aunque en otras cosas no tan bien. Verónika me da miedo, es como Humala, apoya mucho al interior pero aquí en Lima nada”, sentencia Antonia, que va a votar con su hija una jubilada en el barrio de Cercado. Ella decidirá en la cola, como muchos peruanos, lo que hace todo mucho más imprevisible. Las ideologías no son tan importantes como la confianza personal, el recuerdo del fujimorismo y el miedo al cambio de un país muy conservador.
Las divisiones sociales se aprecian muy claramente en estos colegios, aunque el voto está muy mezclado precisamente por ese eje Fujimori/antiFujimori que contamina todo. En el barrio de San Isidro, el más caro de Lima, donde vive y vota Kuczynski, él domina las urnas sobre todo entre los señores de clase media-alta. “Voy a votar por PPK, nada de las izquierdas esas”, dice Pablo, un señor que va impecable al colegio. Jorge, un joven pelirrojo, explica que su padre fue ministro de Belaunde en los 80 y ahora vota por su heredero, Alfredo Barnechea, con pocas opciones, pero sobre todo confía en que no gane Mendoza. “Promueve un modelo que ya se sabe que fracasó en el mundo”.
Charo vota en el mismo colegio que estos limeños de clase media alta pero sus rasgos externos, en este país mestizo, son muy diferentes. Ella es mucho más oscura y viste distinto. Y es empleada doméstica. “Trabajo en una casa aquí cerca. Voy a votar a Verónika porque es ella la que va a defender mejor al pueblo”, remata. Julio, un portero que también trabaja en una casa de este barrio caro discrepa. “Verónika está muy bien pero para la próxima, aún le falta, es demasiado joven [35 años], es el turno de PPK”.
En los barrios más populares, Keiko (Fuerza Popular] tiene más peso. Es el ambiente natural del fujimorismo. El colegio República Argentina, del barrio de Cercado, está lleno de trabajadores con varios hijos a cuestas. En la lista a la puerta, los apellidos de origen indígena muestran el mestizaje peruano. Abdías, que trabaja “en soldadura” va a votar por Fujimori. “Su papá de Keiko hizo bueno gobierno, espero que ella lo haga mejor. Está muy preparada”. “El padre hizo cosas muy buenas y ella ha prometido que no va a repetir las malas”, remata Carlos, un chófer.
Además de decidir quién gobernará el país, Perú cumple algo casi más importante: un récord democrático. Por primera vez en su historia hay cuatro presidentes seguidos sin un golpe de Estado. El último fue el de Fujimori en 1992. Y esa calma se refleja en el arranque de la jornada. En un país con una cocina de fama mundial, los candidatos dejan entrar a las cámaras al desayuno en su casa, pantagruélico en la mayoría de los casos, con comidas tradicionales. Fujimori incluso cocinó salchicha huachana con la televisión en directo mientras los periodistas le hacían preguntas políticas. “Me tengo que concentrar que se me quema”, les decía.
Todos bromeaban. Mendoza, desde su tierra natal, Cusco, mostraba la humildad de su casa y de su campaña. “No teníamos recursos, pero hemos demostrado que sí se puede, lo hicimos con cariño y compromiso”, sentenciaba con su sonrisa eterna. Mientras, el veterano PPK trataba de desmentir los rumores sobre su salud. “Son un invento ya sabemos de quién. Hay PPK para rato. Mis tías vivieron 98 años, me quedan 21”, se reía. La edad, el apellido, la sonrisa tienen más fuerza que las batallas ideológicas en un país desconfiado, que vota sobre su futuro en un ambiente de clara insatisfacción con su presente.
En el exterior de Perú votan 884.924 electores, incluidos países como China y Australia, donde las votaciones empezaron el sábado por la diferencia horaria. Esos serán los primeros votos en ser escrutados. El proceso electoral está siendo observado por 16 misiones internacionales integradas por 514 expertos electorales, informó el Jurado Nacional de Elecciones.
Debido a que varias provincias y distritos en el país están en estado de emergencia —incluida la provincia del Callao, vecina a Lima— por la inseguridad ciudadana, el Ministerio de Defensa ha ordenado el desplazamiento de 50.000 militares en todo el país para resguardar los centros de votación.
En la víspera, una patrulla militar que llevaba material electoral a una mesa de votación en una localidad alejada de la selva de Junín fue objeto de una emboscada por remanentes de la banda armada Sendero Luminoso. Tres militares y un civil murieron. En otro ataque en la región Ayacucho, dos uniformados resultaron heridos.
La autoridad militar en la zona aseguró que el proceso se llevará a cabo con normalidad, a pesar de las amenazas lanzadas por Sendero Luminoso contra los comicios.
Urnas que viajan en canoa
Jacqueline Fowks | Lima
Perú es un país enorme, con 1.285.000 kilómetros de superficie, conexiones muy difíciles y casi un tercio del territorio selvático. Un 20.9% de los electores conforman el voto rural: el material electoral debe llegar por avión y luego por lancha o canoa a comunidades en la Amazonía y los resultados de la votación que más demoran en llegar al centro de cómputo de la Organización Nacional de Procesos Electorales (ONPE) proceden de esos puntos.
Las urnas y cédulas transportadas por vía fluvial salieron a su destino 14 días antes de las elecciones, indicó el gerente de la ONPE, Gilbert Vallejos.
En estas localidades, el ausentismo electoral -el voto es obligatorio- es mayor debido a la pobreza y a los altos costos de los traslados, en particular, por la vía fluvial, o porque deben caminar muchas horas para llegar a un centro poblado. Localidades amazónicas como Purús (Ucayali) o Mayuriaga (Loreto) están desconectados del resto del país si no se cuenta con dinero para pagar un vuelo en avioneta.
Pese a que desde los años 90, el país andino sigue construyendo carreteras, la población amazónica y rural se traslada por caminos de herradura o pistas afirmadas donde los accidentes de tránsito son comunes.