Puede que la presidencia de Pepe Mujica no haya sido tan buena como afirmaron sus admiradores de centro, izquierda y derecha. Una lectura más sosegada, en efecto, de los índices económicos del Uruguay que dejó a su sucesor, Tabaré Vázquez, nos trae la sorpresa que son casi iguales a los que recibió de su antecesor, que fue también Tabaré Vázquez.
En otras palabras, que para decirlo en el coloquial futbolístico que tanto gusta a los uruguayos, se trata de “un empate a cero”; y en el beisbolístico, que encanta a los venezolanos, estamos frente a un no hit no run, que en español reza: “juego perfecto”.
En lo que si pienso que resultó imbatible Pepe Mujica -y no solo a escala nacional, sino regional y mundial-, fue en la sinceridad que le imprimió a su gestión de gobierno, y que nos brindó el deleite de ver caer las testas coronadas de tanta fatuidad consagrada por el voto popular.
La primera que viene a la mente fue aquel desliz “of de récord” en una conferencia de prensa -pero como para que todo el mundo lo oyera-, de que “esa vieja” (Cristina Kirchner) es peor que el tuerto” (su esposo, Néstor Kirchner”.
Después ¿cómo olvidar aquella declaración que hizo, al regreso de una visita a la Venezuela de Chávez, de que había buscado el socialismo por todas partes y lo que se había encontrado era “una burocracia monstruosa”?
Ayer, Pepe, que ya no es presidente, se volvió a lucir en Buenos Aires, y en una entrevista que le dio a un periódico español soltó esta perla:
“La corrupción mata a la izquierda y lo de Brasil es inexplicable”.
Y como para no olvidarse de Maduro, Cabello y el desastre venezolano:
“La oposición venezolana induce al gobierno a pasarse de la raya, y esos bobos entran”.
Si señores Maduro, Cabello y Padrino López: ¡Bobos!