«Queremos darle una alegría a la gente». La declaración en la que coinciden la mayoría de los futbolistas de Venezuela tiene mucho de elusiva, no aborda el tema central. Ninguno quiere extenderse públicamente sobre la dramática situación social que vive el país, con un desabastecimiento que pone al pueblo en la miseria y a los enfermos graves, al borde de la muerte por la falta de medicamentos.
Que los jugadores callen no significa que sean oficialistas, sino que son presa de la limitadísima libertad de expresión que existe en Venezuela. La voz de algunos de los referentes podría ser lo suficientemente potente para cuestionar a un Gobierno que enfrenta a una oposición cada día más grande.
¿Y los periodistas venezolanos no consultan a los jugadores sobre la situación social? Muchos se cuidan, temen que el Gobierno no les renueve la licencia que necesitan para ejercer la profesión. Nadie escapa a la mordaza oficial.
Diario La Nación.