El precandidato colombiano del uribismo deploró los alcances del pacto de paz con la guerrilla y afirmó que el Gobierno de Venezuela es un régimen mafioso, ligado al narcotráfico.
El abogado Rafael Nieto Loaiza, precandidato presidencial colombiano por el Partido Centro Democrático, que dirige el expresidente Álvaro Uribe Vélez, dijo durante una visita reciente a Miami que el acuerdo de paz firmado por el presidente Juan Manuel Santos y las FARC podría ser el primer paso para el establecimiento de un fracasado modelo socialista cubano y venezolano en ese país sudamericano.
Nieto, quien se desempeñó como viceministro del Interior y Justicia durante la primera administración del exmandatario Uribe, aseguró que el socialismo no es la solución a los problemas de pobreza en Colombia, y al referirse a la crisis que se registra en Venezuela, dijo que el Gobierno de Maduro “es un régimen mafioso” que está involucrado en un esquema el que confluyen diferentes tipos de corrupción.
Señaló también que de llegar a la Presidencia en Colombia impulsaría un programa de expedición de visas humanitarias para los venezolanos que están arribando a ese país “para que puedan vivir y trabajar mientras persista la crisis” porque, según indicó, “el pueblo colombiano tiene una deuda enorme con el pueblo venezolano”.
¿Quién es Rafael Nieto?
Yo soy un abogado experto en derecho constitucional y derecho internacional público, y un pequeño empresario que fue viceministro del Ministerio del Interior y Justicia, en la primera administración del presidente Álvaro Uribe. Soy consultor internacional en temas de justicia, seguridad y derechos humanos, y uno de los promotores del «No» en el plebiscito del acuerdo de paz, el año pasado. Como resultado de diferentes acontecimientos y después de ese plebiscito, llegué la conclusión de que las elecciones de 2018 son las más importantes en décadas en Colombia. El presidente Santos y sus aliados de las FARC nos están llevando al borde del abismo, y si en el 2018 se elige a un gobierno que signifique el continuismo de esa alianza, vamos a caer en ese abismo que estamos bordeando.
¿Lo que usted intenta decir es que Colombia está al borde del socialismo?
Estamos a las puertas de caer en el modelo de Cuba y de Venezuela. No en el 2018, pues primero habría un gobierno de transición, usando la misma expresión que ha usado las FARC, pero después, en el siguiente gobierno, si corremos el riesgo real de terminar en las manos de un modelo populista muy parecido al del «socialismo del siglo XXI», con muy terribles consecuencias para la sociedad colombiana.
Si las FARC llega a tener un protagonismo en gobiernos futuros, ¿cómo puede el mundo visualizar a esa Colombia que ha tenido una de las democracias más sólidas del continente?
Yo confío en que el pueblo colombiano haya aprendido de la lección de nuestros hermanos venezolanos, y que por tanto sepa que no nos pueden cocer como se cuecen a los sapos, a los que les van subiendo la temperatura en la olla, de manera que no se quejan hasta que finalmente fallecen. Ese es el sistema que han usado los modelos del ‘populismo’ del siglo XXI en todo el continente. Llegan al poder por vías electorales, pero después desmontan la estructura real del sistema democrático y se afianzan en el poder, remplazando la institucionalidad por una que esté al servicio del gobernante de turno, es decir, de ellos, y al final terminan socavando los derechos y las libertades ciudadanos. Ese modelo no lo podemos permitir ni tolerar en Colombia. El socialismo no es una solución. El socialismo ha demostrado su fracaso en la historia. Fracasó en la Unión Soviética, en los países de la “cortina de hierro”, en China, en Vietnam, y fracasa hoy en Cuba y de manera estruendosa en Venezuela. El objetivo de superar la pobreza no se consigue por vía socialista; el camino es el capitalismo popular.
Si usted conquista el poder en Colombia, ¿cuál sería el futuro del acuerdo de paz firmado por el presidente Juan Manuel Santos con las FARC?
Lo primero que hay que decir es que la finalización del conflicto no ha ocurrido en Colombia; el conflicto armado sigue vivo. Hay más de 22 disidencias de las FARC, sigue el ELN, siguen las Bandas Criminales (BACRIM) y todas se nutren del narcotráfico, que ha crecido de manera acelerada durante la administración del presidente Santos y sobre todo de la mano del acuerdo con las FARC, que tiene un conjunto de incentivos perversos que favorecen el crecimiento de los narcocultivos y del narcotráfico en el país. El narcotráfico es el motor de la violencia en Colombia. En nuestro país no hay paz, y lo previsible es que aumenten los niveles de violencia en la medida de que estos grupos terminen fortaleciéndose de las finanzas que les produce una actividad enormemente rentable que es el narcotráfico.
Cuando pasen varias décadas, ¿cómo va a recordar el pueblo colombiano el acuerdo de paz del presidente Juan Manuel Santos?
Santos va a ser recordado como un cínico, mentiroso, que terminó por engañar al país y que violó la democracia porque se inventó un plebiscito para refrendar el acuerdo de paz, lo perdió y sin embargo le hizo trampa a los ciudadanos implementando ese acuerdo. El presidente Santos es el sembrador de la desconfianza y la polarización política en Colombia. Santos se hizo elegir con las banderas del presidente Uribe, y no se trata de que haya traicionado al presidente Uribe, Santos traicionó a los electores que votaron por él por unos programas que él encarnaba. Y más tarde profundizó esa desconfianza en el elector cuando cita ese plebiscito, lo pierde y aun así lo implementa a pesar de haber sido derrotado en las urnas. Ese va a ser el recuerdo que tendrá el pueblo colombiano, y si prosperan las investigaciones también veremos que él es corresponsable de todas las prácticas ilegales de financiación de su campaña política.
Si usted alcanza la Presidencia de Colombia, y eventualmente siguiera la dictadura de Maduro en el poder en Venezuela, ¿cuál sería la relación de su gobierno con ese régimen?
Yo creo que el régimen de Maduro es un régimen mafioso. Más allá del contenido ideológico lo que hay ahí es un conjunto de intereses de carácter criminal de muchísima gente vinculada a distintas formas de corrupción. Está el Cartel de los Soles con el negocio del narcotráfico. Están los carteles que controlan el contrabando en la frontera. Están los carteles que manejan las tasas de cambio con el dólar. También están aquellos carteles relacionados con el sistema de seguridad social, y están, por supuesto, los carteles que tienen que ver con PDVSA y el petróleo en Venezuela. Si yo tengo que lidiar con esa realidad qué tendría que hacer: primero, reconocer que uno tiene que vivir en un mundo en donde hay estados con una naturaleza distinta y que existe un principio de no intervención en los asuntos internos de un país, pero como segundo tener perfectamente claro que ese principio no limita la acción de los estados para la promoción de la democracia y de los derechos y libertades ciudadanos. Hay una Carta Democrática que hay que respetar, y por otro lado están los tratados internacionales en materia de derechos civiles y políticos que también hay que hacer respetar, y por tanto mi posición será el respeto de los asuntos internos, pero también la promoción de los derechos y libertades en Venezuela porque ese es un compromiso internacional y a todos nos interesa que se cumpla.
La crisis en Venezuela ha generado un éxodo sin precedentes en ese país, y Colombia se ha convertido en el gran receptor de nacionales venezolanos. ¿Cómo observa usted ese fenómeno?
El pueblo colombiano debe estar agradecido del pueblo venezolano. Durante muchos años hubo una migración colombiana hacia Venezuela, y esos colombianos fueron recibidos, en general, de buena manera y en buenos términos. Aquí debemos tener un ejercicio de reciprocidad con el pueblo venezolano al que no hay que confundir con el Gobierno de Venezuela. Aquí hay un conjunto de obligaciones de carácter humanitario y por tanto hay que generar unos mecanismos que les permitan a estos venezolanos en Colombia vivir tranquilamente y, además, desarrollarse en términos de oficio y de trabajo. Yo sugiero la expedición de visas humanitarias que permitan a los venezolanos vivir y trabajar en Colombia mientras persista la crisis en Venezuela.
Vía Diario Las Américas.