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Viven en un nido de amor al pie de la Acrópolis, aunque sin mucho tiempo para los arrumacos. Yanis Varufakis (54 años), se formó en el Reino Unido, cuenta con numerosos títulos y ha sido profesor de economía en universidades inglesas, australianas, griegas y estadounidenses. Nacido en Atenas en 1961, proviene de una familia de clase alta en la Grecia de la posguerra. Licenciado en Economía en la Universidad de Essex, ha desarrollado su vida profesional entre universidades como Essex, East Anglia, Cambridge, Austin o Sydney. Este político que cambia el maletín por la mochila y se define a sí mismo como ‘marxista libertario’. Su ‘look’ de vaqueros y chaqueta de cuero antes que el traje y corbata le ha hecho ganarse el título de ‘el ministro popstar griego’ en las últimas publicaciones de la prensa. Además, el hecho de que cambie la cartera de ministro por una mochila al hombro es una revolución en los pasillos del Parlamento. El último detalle de su estilo que ha dado que hablar ha sido una bufanda beige clásica de Burberry (que sigue estando muy de moda). En su currículum destaca su trabajo para una de las empresas más innovadoras del mundo, la compañía de videojuegos Valve. Cuando le llegó un correo donde le proponían formar parte del equipo, aceptó tras una reunión con el fundador, Gabe Newell. Eso sí, sin tener ni idea de videojuegos, ni haber jugado a ninguno desde los Space Invaders en 1981.
Su mujer, la artista Danae Stratou, pensaba que se había casado con un intelectual, y ahora se ve en los brazos de un nuevo héroe griego. Con ella recorrió el mundo para visitar siete fronteras conflictivas del planeta (Palestina, Etiopía-Eritrea, Belfast, Chipre, Cachemira y México). Un viaje del que surgió la obra ‘CUT: 7 dividing lines’. Varoufakis escribió un texto para cada caso recogido en ‘The Globalising Wall’. El apartamento al pie de la Acrópolis repleto de obras de arte y libros, en el primer piso de un inmueble perteneciente a la adinerada familia de su mujer, con la que vive desde hace 10 años, y sus suegros, en el tercer piso del mismo edificio. Tiene su conversación cotidiana por Skype con Xenia, su hija adolescente nacida de una relación anterior y que vive en Australia. Su nombramiento no le gustó mucho: «Acabas de destrozar mi vida, papá», le dijo entonces, mientras los fotógrafos se apiñaban en su colegio.
La vida del ministro de Economía griego dio un vuelco el 25 de enero cuando Syriza, el partido de la izquierda radical, ganó las elecciones. Varufakis, que fue elegido diputado y luego ministro, abandonó Austin, EE.UU., donde enseñaba economía en la universidad desde hacía dos años, para volver a Atenas. «En 2008, al principio de la crisis, le llamaron para comentar la actualidad», recuerda Danae Stratou. «No era ni político, ni periodista, pero destacaba a la hora de comunicar de forma sencilla unas ideas complejas». Su apariencia física -le comparan con Bruce Willis- desentona. Su elocuencia y su carisma seducen o molestan. Su soltura en inglés(tras 20 años en Inglaterra y en Australia) le garantiza audiencia internacional (tiene 335.000 seguidores en Twitter). Para preservar su intimidad, el matrimonio se mudará a un piso más grande para el que acaba de firmar el contrato de alquiler.
Cuando era adolescente, soñaba con ser pianista. Su anciana profesora de música le animaba a serlo. No le convenció: el músico pensaba que no se le daba lo suficientemente bien. A los 14 años ya era militante. La dictadura de los coroneles acababa de caer. Su padre, que había pagado su militancia con una deportación de tres años en la isla de Makronissos, en el campo de concentración reservado a los miembros de la oposición durante la guerra civil, descubrió que su hijo había pasado varias horas en comisaría por haber participado en una manifestación. Miembro de la resistencia le ordenó que se marchase a Gran Bretaña: «Estudia lo que quieras, Antropología o Zoología, pero te vas». Yanispasó allí once años, militó en la alianza de los estudiantes negros, que le aceptó a pesar de su color de piel, estudió matemáticas y economía, defendió su tesis y enseñó en varias universidades. En 1988, Thatcher iniciaba su tercer mandato, y Yanis se marchaba a Australia.
Marxista con clase
El economista se define como un «marxista libertario», recordando que «Marx no se merecía a sus discípulos, que crearon dictaduras en su nombre». Lo que le gusta del filósofo es su descripción del capitalismo, «un sistema sorprendente por su capacidad de generar inmensas contradicciones». Yanis (con una sola «n», insiste en ello por razones «estéticas»), que es un poco bromista, coge a sus interlocutores a contrapié. ¿Se considera rebelde? «Más bien subversivo». ¿Por qué se niega a llevar corbata? «La he llevado una o dos veces. Me ahogaba. No hago las cosas para ser diferente».
Cuando estalló la crisis en Grecia, muchos políticos le consultaron. Entre ellos, Tsipras. «Al principio no estábamos de acuerdo. Después de 2011, nuestras opiniones convergieron». Los dos hombres entablaron amistad. Sus familias se reunieron en la isla de Egina, a una hora en barco de Atenas, donde tienen casa de veraneo. En abril de 2014, el líder de Syriza le propuso que se presentase a las elecciones europeas. Varufakis, que por aquel entonces se encontraba en Austin, lo rechazó. En noviembre, cuando estaba de paso por Grecia, volvió a ver a Tsipras. «Alexis estaba convencido de que se iban a celebrar elecciones. Me preguntó si aceptaría ser ministro de Economía. Tras haber pasado cinco años criticando a los Gobiernos, la cuestión no era si quería o no ser ministro, sino si podría mirarme en un espejo si me negaba». Aceptó.En su primera reunión con el presidente del Eurogrupo llegó sin escolta y a lomos de una Yahama de 1300 cc. Horas después, un rotundo «no reconocemos a la Troika como interlocutor» abrió las portadas de medio mundo. Además, su ‘look’ rockero y su lenguaje directo le han convertido en toda una ‘star’ underground.
El matrimonio, que estaba en Australia con la hija de él, no usó sus billetes de vuelta a Austin, y volvió a Grecia. Durante su campaña relámpago, el candidato, que no era miembro del partido, no se gastó un euro. Sus resultados lo convirtieron en el diputado con mayor número de votos. Hoy, está a la espera de que gane el No en el referéndum del domingo, si ganase el Si, renunciará al igual que Tsipras.