Dr. Luis Conte Agüero
Una nación coherente y descentralizada parecía el propósito capaz de encaminar el futuro venezolano hacia destinos superiores. Que las regiones encontraran nuevos horizontes. Que la ciudadana participara eficientemente en la creación de caminos más justos. Que el sector público y el privado se juntaran en la magna jornada del progreso: Así fue entonces ante la para mí inesperada elección de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela.
Mis viejos vínculos a la nación venezolana no indicaban tal resultado y cuando el Cónsul de Venezuela en Miami me invitó a participar, contribuí consecuentemente con mi pasión venezolana. Sin embargo, el Presidente Chávez apenas disimuló su creciente presidencialismo hacia el absolutismo, precisamente porque en libres contiendas electorales asomaban retos difíciles y derrotas dolorosas. Su apetito de mando y su exhibicionismo insultaron en creciente medida la sensibilidad venezolana. Y a Venezuela llegué con mi amigo Raúl López Pérez a señalar y denunciar, avalado por previas entregas y devoción sin límites. Consta en uno de mis libros, y hago constar, que entonces pude hacerlo libremente.
Y ahora… ¡Ay, Venezuela! El crimen allí flagela e irrita porque Hugo Chávez, en su afán de poder y nombradía, se pavoneaba como figura continental con pretensiones mundiales, al tiempo que se supeditaba a Castro en la cuota petrolera, los gestos al hablar, la ideología absolutista de abuso y obediencia, el desprecio a los médicos venezolanos al escoger a Cuba para atender su enfermedad y, el colmo de pedir, financiar, agradecer, que invadieran Venezuela militares del castrato, escudo ruin contra militares venezolanos, verdaderos bolivarianos, queredores para la patria de progreso y de gloria.
Contra tamaño servilismo ya los restos del Libertador se habían revuelto en su tumba, antes que la estupidez oficial volviera a revolverlos en busca de enemigos y pecados de ayer. Y más y más y más…El ultraje a Venezuela; a su petróleo, sus finanzas, su industria, su desarrollo correcto, su educación, su creatividad literaria y artística, su orgullo nacional tan natural y legítimo; ¡Hasta las maneras y costumbres públicas afectadas, afeadas como el vestir y el decir y el comportarse elegante celebrado en mis libros. ¡Agresión cruel a una patria linda para complacer tan desquiciado egocentrismo!
Y militares de Castro permanecen en Venezuela como guardianes. Y Raúl Castro protagonizó en Caracas el homenaje a Chávez. Y un Maduro verde se pudre aferrado a mandos y recursos nacionales con voracidad que no ve ni comprende que –YA –AHORA –HOY -AYER- su camino personal y destino nacional es ceder y conceder para salvarse y que Venezuela recupere su sonrisa y su voluntad bolivariana de limpia grandeza.
¿Entienden mi angustia ante el dolor de Venezuela y Cuba y nuestras Repúblicas Dolorosas? En la raza humana abundan quienes se alejan de Dios, y cuyas ambiciones y desvíos agreden fundamentos y valores. Esto obliga a serenidades casi sublimes. Y quítenle el casi. Desoír las calumnias. Alzar la frente como izando una bandera. Jurar que nada puede impedirnos el cumplimiento del deber. Y que, estremecido, el corazón grite ¡ADELANTE! ¡SALVE VENEZUELA! ¡SALVE CUBA! ¡SALVE LOS ESTADOS UNIDOS! ¡SALVE EL MUNDO! ¡SÁLVENOS DIOS! ¡CON DIOS SERVIR!