El estratega JJ Rendón advierte que la comunidad internacional pudiera aplicar la Carta Democrática o invocar el Derecho Internacional Humanitario.
«El Estado va a definirse en si va a escalar hacia más dictadura, que ya la tenemos. La oposición va a demostrar qué tan capaz es de aglutinar, de manera pacifica, el descontento. La comunidad internacional va a ver cuál es la reacción: si es de saña contra la protesta, o de entendimiento del descontento. Y a partir de ese día (19 de abril), pueden pasar muchas cosas”, precisó JJ Rendón, primer hispano elegido por la prestigiosa revista Campaigns & Elections para ingresar en el Hall de la Fama de los Consultores Políticos.
En 2011 recibió, de manos del presidente hondureño Porfirio Lobo Sosa, la Orden de Mérito. Y en 2015, el premio Humanitario de Innovación (HIF) en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. El diario español ABC lo ubica entre los diez consultores políticos más influyentes del mundo. Por su activismo, el régimen venezolano lo considera el enemigo público número uno del Socialismo del Siglo XXI. Actualmente vive exiliado en Miami.
A propósito de la gran marcha que la oposición venezolana ha convocado, a nivel nacional, el próximo 19 de abril, DIARIO LAS AMÉRICAS conversó con el estratega político más consultado en Latinoamérica.
¿Qué supone sucederá ese día?
El 19 de abril es clave para Venezuela. No tengo la menor duda de que el gobierno va a tratar de hacer todo lo que pueda para evitar la marcha. Si la permite, podrá ver de manera racional qué tan grande es el descontento. Creo que los gobernantes tienen que aprender a voltear y darse cuenta cuando ya la popularidad, la gobernabilidad y la base de legitimidad que tenían, se les acabó. O cuando es pertinente hacerse a un lado por el bien del país.
¿Esa no es precisamente la diferencia entre un gobernante y un dictador?
Sí, claro. Pero la diferencia entre esta dictadura y otras, es que han ido escalando por pedacitos. Aprendieron de Cuba, de Libia, de todos. Poco a poco han ido quitando libertad, aunque acaben la libertad de expresión al final. Ellos no quitan todos los medios. No cierran todos los blogs. No persiguen toda la empresa privada, aunque la quiebran toda al final. No inhabilitan a todos los opositores, no los meten a todos presos en bloques. Cosa que en Cuba hubiera pasado tranquilamente al comienzo del régimen castrista, que agarraban a bloques completos de personas y las fusilaban, las encarcelaban o las desaparecían. En Venezuela eso no ha pasado así.
¿Y una libertad coartada no es simplemente falta de libertad de expresión?
Sí, pero la comunidad internacional dice ‘fíjate que hay medios libres, fíjate que la gente protesta’. Sí, pero cuando protestan mucho y cuando protestan bien, y cuando es crítico para ellos frenar la protesta: usan los medios violentos más escabrosos del mundo, y después frenan, para que la comunidad internacional se confunda. Nosotros tenemos una Corte Suprema que es como Halloween, que en apariencia tiene el título de corte pero todos los magistrados están alineados con el gobierno. Igual la Fiscalía, la Policía. No hay separación de poderes. ¿Hace cuánto? Hace mucho.
¿Hoy día qué puede hacer concretamente la comunidad internacional?
Muchísimo. Aplicar la Carta Democrática [de la OEA], que podría tener incluso efecto de presencia militar de otros países en Venezuela. Invocar el Derecho Internacional Humanitario [DIH, normas para evitar el sufrimiento humano en conflictos armados] para que el gobierno no use gases contra las marchas, o los bombardeos que están haciendo desde helicópteros. Eso no lo pueden hacer contra la población civil, ni el ataque con bombas lacrimógenas de manera indiscriminada, o los disparos, no al que está cometiendo el acto violento, sino a la masa en general. Todo eso es violatorio del DIH. Para eso está la comunidad internacional.
¿Cuál debe ser la actuación del exilio?
Tenemos que mandarle máscaras, cosas para que la gente se defienda, dinero en unos casos, medicinas en otros. ¿Eso ayuda al régimen? Eso ayuda a la gente. La gente que está más fuerte, mejor alimentada y tiene protección, puede pelear mejor. No debemos abandonar a los que están adentro, pues son los que están en la primera fila. Siempre y cuando la lucha se mantenga. Lo que pasó en Cuba fue que la lucha no se mantuvo. Y la alcahuetería de las remesas continúa hasta la fecha. Muchos cubanos hoy dicen ‘Qué bueno que ya podemos ir a visitar a nuestra gente’. ¿Y cómo está Cuba?, le pregunto. ‘Está más bella que nunca’, responden. O sea, ¿puedes pensar qué maravilla que restauraron el Malecón y se ve bellísimo? Óyeme, en tu país hay una dictadura, no hay libertad de expresión, no hay medios libres, no puedes expresarte. ‘Es que el malecón está muy bonito’, te dicen. Esperemos que nosotros no lleguemos a eso. No se vale que uno alcahuetee diciendo que se pueden hacer negocios con Cuba. No. Estás haciendo negocio con un régimen opresor y eres copartícipe. Esas contradicciones de la gente que dice que es católico y cristiano y defiende la dignidad humana, pero hace negocios con los Castro, y le exporta ropa a Gadafi.
¿Por qué los pueblos siguen cayendo, como en un eterno retorno, en la trampa de estas pseudodemocracias y socialismos dictatoriales?
Porque somos humanos.
¿Y qué podemos hacer para que no caigan?
Evolucionar. Educar mejor. Leer. Volvernos más racionales. Buscar que los políticos cumplan las cosas para que la población se desilusione menos. Y en el caso de los medios de comunicación, no destacar solamente lo negativo de la política, sino también lo positivo, pues cuando enfatizan sólo lo negativo, al final la gente se desilusiona y busca caminos fáciles, o alternativas que les suenen razonables o interesantes, aunque no tengan ningún soporte, gracias al deterioro de la imagen de los políticos. ¿Y los políticos qué hacen? Están en la búsqueda de ratings, en la búsqueda de sensacionalismo de los medios de comunicación. No digo que no destaquen lo malo, pero hagamos un balance. Ni todos los senadores son corruptos, ni todos los ministros son malos, ni todos los presidentes roban. Y si roban, díganlo. Pero también destaquemos a los que lo hacen bien. Porque al final pareciera que todo está tan mal, que necesitamos un salvador que venga de la nada. Viene un loco, bien hablado, dice cuatro cosas, la gente se las compra, y bueno, mejor no les digo el ejemplo.
Diario Las Américas.